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miércoles, 28 de noviembre de 2007

Esta sociedad, mi sociedad

Dejemos aparte la victoria a los puntos en el último round de Dña Maleni; la conversión –con bello panegírico incluido- del Presidente RodrígueZ al asunto del cambio climático; las chorradas del PP discutiendo hasta con el Constitucional; la facilidad para perder papeles y cintas de video en los Juzgados de Sevilla y otras cosillas más, porque son de las que tienen poco arreglo y pensemos en otra cosa.

Llevo varios días escuchando, leyendo y viendo en la tele noticias sobre ese asunto tan importante cono es el de beber vino y cosas similares. La verdad es que asusta el asunto; aparte de que por tomarte un tinto te vigilan como si fueras el cuñado de Jack el Destripador, las noticias son como mínimo denigrantes.

Vamos a algunas de ellas; a un restaurante de (creo que) algún lugar de Extremadura, se le rompió una botella de vino que les había costado un millón y medio creo que de pesetas, con lo que las criaturas se pusieron de los nervios pero organizaron una operación rescate y al final “rescataron” el liquido, eso sí, tras viajes frigorizados a Francia y demás parafernalia; otra, hoy he visto que una destilería/embotelladora o cosa similar de Valencia (porque no me atrevo a llamarla simplemente con el noble y rancio nombre de “bodega”), ha enguarrinado el vino con oro de 24 kilates y las venden a precio de oro, naturalmente; otro día leí que había aguas de las de siempre de las de beber y regar, pero de Reserva y Gran Reserva… ¡la leshe¡, ¡de agua¡, de eso que a mí me dijeron que “pudre la madera, oxida los metales y no se sabe que le puede hacer a un estomago”, para beberla también hay que aflojar una pasta para ser progre y moderno.

Lo primero es que me parece digno de reflexión pensar en como está el mundo, para que por un lado me digan (y me pongan la carne de gallina) la cantidad de hambre, desgracias y desesperación que hay por ese mundo y por otro, veo que despilfarramos cantidades ingentes de dinero en comidas de diseño y bebidas de capricho.

Solo se me ocurren palabras tales como vergonzoso, ignominioso, vergonzante, degradante, etc., etc., y otras que por la educación de los 50/60 me resisto a poner por escrito.

Lo segundo, considero que hay que vivir bien, lo mejor posible y lo mejor que nos permita nuestra economía, pero que ese despilfarro nos inhabilita como sociedad para después echarnos las manos a la cabeza y ponernos ultra sociales.

Yo soy muy primario en mis costumbres; solo bebo, cerveza, tinto y Gintonic, mi trío de ases -porque mi comodín preferido -el coñac- lo tengo prohibido-; pero me vuelvo mínimamente pragmático en el día a día; por ejemplo me niego sistemáticamente a ese rito iniciático pre-yantar, de “probar el vino”, entre otras cosas porque opino que todos los vinos merecen ser bebidos y yo estoy dispuesto a bebérmelos todos, porque ya está el mundo suficientemente surtido de “expertos enólogos fasciculares”, de los que han aprendido de vino leyendo fascículos; en cuanto a comer, para comer lo que más me gusta es el huevo frito con patatas y la tortilla de ídem y estoy de comer yerbas hasta los…, pero hay que hacerlo y se hace.

Por eso, me repugna lo que está pasando, las rasgadas de vestiduras a todos los niveles por el hambre en el mundo (en algunas partes del mundo, otras no salen en la tele) y por otro lado gastamos la pasta gansa en chorradas… De asco. Lo dejo.

Pepeprado

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