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martes, 17 de agosto de 2010

Martes de feria

Otro día más. Ayer, lunes  tranquilo. Copitas por la mañana, en la que encontré a mi amigo Rosendo, recién llegado de sus tierras levantinas. Las primeras las tomamos en la ¿sede? de Fusionadas.  Es algo raro eso de tomar copas en unos grandes almacenes, pero esta feria siempre ha mantenido (es lo único que le queda de sus principios) eso de tener cosas raras. La comida bien y el ambiente fresquito, así que en general bien y tranquilo.
Por la tarde, a los toros. De la corrida inicial, es decir Aparicio, Ponce y Cayetano, se cayeron el primero y el último por lesión, y la empresa los sustituyó. Lo que no es de recibo es que a dos diestros de primera línea los sustituyan por dos casi neófitos sin nombre ni caché. La conjunción planetaria de esta empresa y esta Diputación está haciendo añicos algo de lo poco remanente de aquella primorosa Feria de Málaga. La Diputación parece que le exige a quien le ha arrendado la plaza nada menos que 1000 entradas para repartírselas entre ellos, naturalmente aparte del pago. No quiere esto decir que sean sólo los culpables de que la feria taurina esté resultando liada y deslucida. Lo de decidir las sustituciones es cosa de la empresa, así que entre todas la mataron y ella sola se murió.
Dejando aparte esos tejemanejes político-empresariales, la corrida de ayer sólo tuvo un nombre; Enrique Ponce. No toreó, dibujó el toreo sobre el albero. Sacó repertorio y sobre todo, transmitió poderío y serenidad. Tres orejas para la estadística.
De los otros dos, sólo honradez en Manolo Sánchez y atisbos en Oliva Soto, pero poco más.
Lo voy a dejar. Como todo quisqui hace fotos de la bulla y el bullicio, yo voy a ponerlas de la tranquilidad y la serenidad prefollonera.
Hasta mañana.
Pepeprado

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