Hoy no miro los periódicos. Por qué no, ya estoy harto de
catalanes irredentos, jueces progresistas y cantamañanas espontáneos.
Hoy voy a pedir algo para mí, pero no a título personal,
sino algo corporativo para los pocos chalados que seguimos viviendo en el centro.
Vamos a ello. En esta época de modernidad, una de las
cosas más “in”, es ataviarse con colgantes identificativos, a ser posible
grandes y llamativos. También ayuda a fardar, que la cinta con la que te lo cuelgues
sea vistosa y aparente.
Para cualquier cosa que se monte o haga, ir con el cartelito
colgado da imagen de modernidad y el ciudadano portante, se siente algo así
como el Superman del momento, el que todo puede arreglar y que tiene en sus
manos todas las decisiones importantes.
Yo, cuando curraba en eso de la aviación, siempre llevaba,
o procuraba llevar, estos colgajos de la forma más discreta posible, y usarlos
como identificación solo cuando era necesario, pero, por ejemplo, para ir a
tomar café nunca me ha parecido que fuera pertinente ir estampillado. Bueno, estas
son cosas de viejales.
Pero mira por donde, estoy pensando seriamente en pedir
al ayuntamiento, o a la policía local o a quien fuere menester, que a los que
resistimos en este centro, y a los que por una u otra razón tenemos que estar circulando
continuamente por las calles Larios, Granada, y demás adyacentes, nos provea de
algún tipo de marcación que, a modo de defensa personal, señale que somos fauna
del hábitat ciudadano del centro.
El porqué de esta aparentemente peregrina petición viene
ahora. Es para qué, cuando, por ejemplo, bajamos o subimos por calle Larios, no
tengamos que andar explicando a diestro y siniestro que somos habituales del
sector a todas las organizaciones sociales que nos piden nuestra asociación; que
ya estamos en ello, y a todos los que nos quieren dar tapas muy baratas, además
sepan que ya estamos al loro de todo eso y que además estamos a régimen.
Actualmente
el paso se puede hacer larguísimo, son innumerables las peticiones de todo tipo
que te van haciendo y cuando has terminado lo que ibas a hacer, a la vuelta… más
de lo mismo.
Ya
por la noche, ni te cuento, aunque mi venerable aspecto me protege de señoritas
de muy buena apariencia, que quieran que vaya a algún bar de música, no
importa, hay una gran cantidad de otros locales de los que tienes que coger el
papelito con el descuento y de los que te cuentan sus excelencias. Por cierto,
hay una heladería, cuyos entregadores son muy activos, de la ya tengo yo más
panfletillos que ellos mismos.
Comprendo
que todo el mundo tiene derecho a ganarse unas pelillas y que los negocios
andan apurados, pero actualmente eso de pasear, o simplemente pasar por allí, se
está convirtiendo en una carrera de obstáculos, eso que antes se llamaba una
gymkhana.
Por
eso quiero un colgajo para los autóctonos del centro. O bien, si eso del cartel
con foto es muy dispendioso para estos tiempos en los que solo se puede pedir
si eres de Marruecos o del Perú, al menos que cada día nos sellen en la frente con
tinta indeleble para que los aguerridos repartidores panfletarios, nos reconozcan
como clientes ya hechos y que no necesitamos de estímulos puntuales.
Señor
Alcalde, porfa….
Hasta
mañana.
Pepeprado
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