Amanece un día de los de Málaga de toda la vida, despejado, luminoso, tranquilo y de los que inspiran paz; por lo menos a esta hora, que lo mismo después empezamos a sacar a la calle manifestaciones, procesiones y, de cosas varias montones (la construcción con el sujeto al final es para que rime más o menos bien), y con eso, como decía el del chiste, xodemos el día.
Dentro de esa placentera entrada de mañana está la visión rápida a los periódicos, que aunque sea como los niños de antes, viendo las fotos y leyendo los titulares siempre terminan llamándote la atención algunas noticias o informaciones.
Una de estas noticias, que casi todos ellos tocan, es la del baile de “presentables”: Me explico; como ya estamos en época electoral no oficial pero tampoco encubierta, todos los partidos, partidillos y partidetes, están mirando en su baúl de los recuerdos para ver: a quien presentan; cuando lo presentan y donde se presentan (esto sería más bien “por donde” se presentan), y de esto salen algunas cosas claras.
A saber, lo primero que se les olvida es decir “para qué” se presentan, e inmediatamente se nos pone en claro el nulo respeto que casi todos los partidos nos tienen a los ciudadanos de a pie, porque ponen e imponen a unos candidatos en ciudades en los que ni se les ha visto ni se les espera, aunque claro a partir de ahora dirán como los futbolistas recién fichados “Yo desde pequeño, mi ilusión era presentarme a unas elecciones por. . . ,, mi ciudad de toda la vida y de mis sueños”, y en los puntos suspensivos póngase la ciudad pertinente, la de los arrobos del candidato.
Naturalmente, queda entendido que, inmediatamente después de que el sufrido candidato haya salido elegido por su añorada ciudad, este crack de la política tomará el portante, y se irá a vivir a Madrid para poder tocar el timbre que le ordene tocar su partido, y aquí, al final… todos calvos.
Dentro de esa tónica, ya han empezado a verse las declaraciones de amor a las ciudades, Arenas ama tórridamente a Almería, de la que hasta hace poco ni sabia que existía,
En definitiva: Que no quede nadie sin su candidato impuesto, ni candidato sin su ciudad amada.
Otra cosa todavía más cercana, el Palacio mal llamado de
Pero por lo menos, ahora a lo mejor se reorganiza el tráfico por aquella parte poniendo una dirección única a cada lado del Palacio, es decir ida por le Paseo Marítimo y vuelta por el paseo de los múltiples nombres, o viceversa, aunque esto último que acabo de escribir me da susto; si un responsable municipal piensa en tráfico, lo más seguro es que nos “peatonalíze” hasta el Palo.
Y lo dejo, que me voy a
Pepeprado
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