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viernes, 19 de junio de 2015

Arenas inmóviles

En las pelis antiguas, era muy común el recurso a las arenas movedizas para que el  héroe (entonces en las pelis había héroes, no matarifes), pudiera lucirse, bien salvándose él, o bien salvando al guayabo de turno, que por cierto, salía del cenagal tan compuesta como si fuera a una fiesta de la jet de entonces, donde había que ir bien vestida y maquillada.
La cosa quedaba resultona, y la imagen de unas arenas movedizas pasó al lenguaje popular como reflejo de terrenos peligrosos en cualquier campo, ya fuera terrenal o político.
Aquí y ahora, como somos tan particulares que nos gusta llevar la contraria hasta a nosotros mismos, en vez de seguir esa línea de lo movedizo, tiramos para otra tradición. La que instituyó de forma definitiva don Daniel Defoe cuando, tras saber de las aventuras de don Alexander Selkirk, las noveló en su Robinson Crusoe. Aunque ahora el tal Robinson sea políticamente incorrecto porque al pobre Viernes lo hizo esclavo y no lo llevó a la notaría para hacerlo socio, no importa, tiramos más hacia el modelo superviviente que al de desaparecido en cenagales.
Todo viene a cuento de lo que hoy es el tema de todas las emisoras, periódicos y tertulias, la remodelación, o mejor la presunta remodelación, que hacen los partidos en general y actualmente don Mariano y sus peperos en particular, especialmente cuando les han dado de hostias en unas elecciones.
Todos se enzarzan en elucubraciones sobre porcentajes de poder, en esto, cada cual tiene sus gustos y como opinar es gratis, lanza sus ideas.
A mí, particularmente lo que me llama la atención, teñida de admiración, es la  capacidad de supervivencia de un personaje, don Arenas, Javier por más señas, que sale indemne, impoluto y con cara de aquí no pasa nada, de cualquier cataclismo, A este, las crisis y los líos le resbalan, estoy seguro que si lo hubieran metido en la bodega del Titanic, este habría sido insumergible de verdad y estaría haciendo cruceros todavía.
No imagino qué le cuenta este señor a la oreja del líder de turno, que lo convierte en inamovible e intocable.
Don Mariano, hombre de ideas fijas, es capaz incluso de sacrificar a sus niñas, pero al perenne perdedor de elecciones, lo mantiene contra viento y marea. Él sabrá, aunque es posible que lo que busque sea perder las próximas elecciones pero sin perder la compostura ni el moreno uva.
Los demás, más de lo mismo. Una de las características de la clase política española, es su carácter de eternidad. En este aperreado país, el que consigue colocarse en la pomada política no necesita hacerse un plan de pensiones, lo tiene garantizado por definición, además con jugosos emolumentos y prebendas. Que me digan si no, qué currante o empresario de los de a pie, de los que no beben en abrevaderos nacionales, autonómicos o municipales, es capaz de retirarse con los chollos que estos lo hacen.
Y por favor, que no me hablen de “la Casta”. Doña Manuela y otros colegas, ya han demostrado que el pelo de casta luxury les crece desde el día siguiente de haber sido elegidos. No se echa a nadie de los propios, ni aunque se demuestre fehacientemente su implicación en la  muerte de Manolete.
Esta es la razón de qué, visto lo visto, y tras conocer que en vez de arenas movedizas seguimos teniendo arenas inmóviles, mejor lo dejo.
En Málaga, que os voy a contar, siguen los elegidos en esas listas cerradas que hay qque hay que votar a  bulto y en bloque.
Estoy seguro que la gran  revolución sería las listas abiertas, entonces sí que desaparecerían muchas de esas caras eternas.
Hasta mañana.

Pepeprado

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