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lunes, 21 de mayo de 2012

Nueva Universidad

Hoy parecía que habría que hablar de lo de la mini cumbre que se ha montado Italia y a la que va invitado de rebote don Mariano, y a la que han llamado pomposamente “la cumbre del crecimiento”.

O bien hablar de la salida de los rocieros malacitanos y sus cohetazos ad hoc, o bien de la inopinada manta de agua que nos cayó ayer, pero no…

Para empezar a echar el día por alto, llega la noticia de la muerte de don Robin Gibb, de los Bee Gees de toda la vida. A mí, esto me da más pena de la que se podía esperar, no solo porque es el final de alguien que ha intentado hacer la vida más bella a base de canciones, sino porque es también la muerte de una parte de “mí” época, otro palito a la burra. Poco a poco van cayendo lo que son mis recuerdos y eso duele, que diría la Bombi, coetánea de los Bee Gees.
En fin, descanse en paz don Robin, que perteneció a una familia en la que se palma pronto, y de la que ya sólo queda uno de los cuatro hermanos, curiosamente el más viejo.
Pero para alegrar estas noticias, esas de las que no se va a hablar aquí o el triste silencio definitivo del falsete máximo, hay una de esas que yo llamo pasmosas, de las que te dejan boquiabierto, aturdido y  descangallado cual botarate atropellado.
¡Toma ya! Sé que así de primeras, es sólo un reclamo comercial, pero es que eso de elevar a título universitario el asunto trasegante, es pasarse tres pueblos.
Este invento lo ha organizado una marca de ginebra, la preferida de la extinta reina Mary de UK, la hace itinerante y la maneja algo que se llama el Beefeater London Gin College.
En realidad esto es solo otra forma más de dorarles la píldora y engordarles el ego a una serie de gilipuertas que ahora se han reconvertido en expertos en yintonics y como todos los neos conversos de algo, flotan por los espacios siderales acostados en su propia memez.
La tontuna de estos personajes les hace proclives a que les endilguen bolos de respetable calibre y que se emocionen cuando les hablan de que les van a enseñar a “conocer a fondo sus ingredientes”, “aprender a catar y disfrutar de sus matices” y (aquí llega lo más ultra cursi del asunto), “saber elaborar un perfect serve”.
Para estos neófitos, eso que yo hago de tomarme unos GTs, de Larios y tónica y que desde hace años, cómo único aditamento patrio y desliz gastrónomo estético adorno a veces con una ramita de la humilde yerbabuena, es estigma y síntoma de no saber, aunque en mi defensa arguyo la veteranía de décadas en el intento.
Para redondear la delirante bobería del invento, al final “los participantes se gradúan en la Universidad y, con toga y birrete, se hacen la foto de la promoción”.

Es delirante, pero lo peor es que conozco gente que mataría por estar en una de esas fotos.

Mientras, otra noticia de Educación; La Junta mantendrá los libros gratuitos y los ordenadores”. Que ahorren otros.

Foto de hoy de mi plaza, preparándose para el día de la Moda Pureta, y me voy.
Hasta mañana.
Pepeprado

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