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viernes, 2 de noviembre de 2012

El rebufo hipócrita

Es casi natural, ahora, al rebufo de lo sucedido en Madrid, todos los media, se dedican a poner estadísticas negras, presentar sus estudiosos “tremendamente documentados”, y peritos de toda jaez, expertos de temas profundos, que se dedican a buscar a un culpable así, de postín, a quién echar los muertos a la cara y poder defenestrar públicamente para consumo de tertulias y saraos. Ya, incluso en Málaga se ha sabido, creo que por primera vez en titulares, que “hubo 14 heridos y 10 detenidos por agresiones”. Bueno, esos son los que han pasado por un botiquín “oficial”.
Naturalmente estos sesudos estudios van predeterminados por las ganas que se tengan de cargar los muertos a alguien o a algún estamento determinado. Aquí hay dos candidatos. Uno es el ayuntamiento de Madrid, al que sus contrarios políticos quieren echar las culpas de esto y de la muerte de Manolete. El otro culpable es la empresa ¿responsable? del evento. Dicen que esta última dijo a los munícipes que la fiesta era de 7.000, después ha dicho que fueron 9.500, etc... Muy bien, ya saldrán cosas y veremos… ¡o no!, que esa es otra. Estamos acostumbrados a que estas investigaciones empiecen muy fuerte, después, como la gaseosa, vayan perdiendo fuerza.
Claro que para esos juicios de valor, se llevan a unos jóvenes impecables, arregladitos y titulados en algo, qué, por ejemplo, muy responsablemente, se quejan de que “no les registraron las bolsas al entrar”. A esto, ninguno de esos linces de la comunicación se les ocurre preguntarles; ¿qué bolsas?. Que yo recuerde, cuando yo iba a fiestas de mi época, iba con las manos en los bolsillos para tenerlas libres para lo que se presentara. Ahora, van con mochilas, petardos, bengalas, navajas y cualquier cosa que sirva para jorobar al prójimo y todos lo ven normal.
En una emisora andaban poniendo a parir a “un camarero que estaba intentando reanimar a una de las fallecidas y lo hacía mal”. Vaya, hombre, ahora para ser camarero hace falta el título de doctor en Medicina.
Todo esto, es, pura y simplemente tapar la realidad; culpables somos todos como sociedad por consentir esto. Por aceptar que niñas de trece o catorce años estén toda la noche en eso que llaman macro botellones; por permitir que recintos deportivos, cuyas medidas de seguridad están concebidas par eso, para eventos deportivos, con la gente en las gradas y los deportistas en medio, se alquilen para fiestorros descontrolados.
Tampoco nadie se para a preguntar, si es bastante con “alquilar” a equis numero de seguratas, que llegan al local una hora antes y son encargados, sin conocer a fondo el local, ni tener ni idea de sus posibilidades de actuación en caso de emergencia, de “mantener el orden”… ¿Qué orden? ¿Qué nadie lleve su propio botellón para que el gasto se haga en casa? Porque no me digan que de verdad le llaman la atención al que está emporrado, o ponen en la calle al que está cebollón de güisqui de botellón. ¡Anda ya!
Están allí, para que se consuma más y, simplemente, para dar apariencia de formalidad a algo que es un desatino, y porque es obligatorio estar.
Por eso somos culpables, por admitir una sociedad y unos dirigentes que están ahora más preocupados por andar por twitter liándola porque “una concejal usó la palabra «maricón»”. O aceptar que IU, que ahora son los que mandan, vayan ya diciendo que “ve difícil pedir a Chaves o a Griñán responsabilidades”.
Con estos dirigentes y estos dirigidos, nosotros, que los consentimos y mantenemos, cualquier cosa que nos pase es casi normal.
Por cierto, a la señora Aminatou Haidar la agredió la Policía marroquí. Que se sepa, ni el señor Garzón desde su bien remunerado puesto europeo, ni ninguno de los Bardem, o de los que protestaban cuando estaba en un aeropuerto español, ha protestado por esto.
Me voy. Hasta mañana.
Pepeprado

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