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martes, 10 de junio de 2014

Houston, we have a problem

Houston, tenemos un problema. Si no, qué me expliquen esa frase del señor Del Bosque en la que habla de la “necesidad de motivación” para los peloteros de la selección. Si, una prima de 720.000 euros (más lo que les dan por partido jugado y las prebendas), no les motiva, es que algo va mal entre estos esforzados gladiadores del esférico. Que llamen a un psicólogo que seguro le encuentra una explicación al asunto.

En cambio no parece que sea un problema lo de Nigeria, donde han secuestrado a otras 2o mujeres mientras el mundo discute qué puñetas hacer para no molestar a los malos.

Aquí, el susanísmo se acuartela. No se le puede negar a la Jefa que es lista, porque meterse en este belén, en estos momentos, es un riesgo, al que se suma el añadido, de dejar descontrolada la Cortijá. Se corre el peligro qué, algún juez que no esté lo bastante convencido de lo buenos que son, levante la liebre.

Por cierto, ayer cuando hablé de la prima no estaba lo suficientemente informado. Cómo los méritos hay que reconocerlos, hay que registrarle a don Joséluis el haber conseguido un récord mundial; cogió de manos del denostado señor Aznar la prima en valores negativos, y en un corto tiempo, la puso en 665 puntos. Al Libro de las Gilipolladas de cabeza. Hoy está por debajo de los 120. De esto no se habla.

Ahora una reflexión sobre vivencias personales. Sobre la mentalidad que se ha instalado en los cocineros de este país últimamente.

Ya ha menguado la guerra de los Gintonics exóticos. Ya, con una sola mirada asesina, se convencen que tú solo quieres gin+tonic+hielo  con el único aditivo extraordinario admisible, de la rodajita de limón, tamaño estándar. Sin verduras, fiambres o componentes extraños insertos ni desburbujitación innecesaria.
Ahora el problemilla son los cocineros. Para empezar han desterrado el sacrosanto filete empanado y la tradicional tortilla de sus menús. En algunos lugares, aparentemente a petición de algunos retrógrados cómo yo, se mantienen los huevos con patatas, aunque tienes que advertir previamente al camarero qué, “tus huevos te los rompes tú, no el  primero que llega”. Si no avisas esto, naturalmente con cara de mala leche adjunta, te traen esa mezcolanza de patatas remojadas, huevos destrozados y trozos sin identificar a la que ahora llaman “huevos rotos”, qué, no sé qué explicación lógica tienen, a menos que sea, el paso previo a la tortilla deconstruida, máximo engendro de la Nouvelle Cuisine Hispanique.
Encima, hay una tendencia generalizada a escatimar ¡en lo barato! Me explico; en esos mismos huevos sin romper, en lo que se escatima es… en la cantidad de patatas. Si se trata de algo con una guarnición de, pongamos por ejemplo, arroz cocido, se pone el arroz con los granos contados. Si es de verduras, se sale del paso con dos judías, una rajita de zanahoria y en el mejor de los casos, un pedacito mínimo de patata cocida. Por lo visto, llenar el plato es poco fino. Una leche, vamos. Otro día seguiré con mi lista de agravios.
Para no olvidar mi ciudad, dos noticias apasionantes; La Universidad decidirá el criterio de acceso tras desaparecer la Selectividad en 2018”. Lo más seguro; en vez de pedir nota o cosa similar, bastará enarbolar el carnet del partido.
La segunda, apasionante; “Málaga tendrá su playa para perros desde este fin de semana”. Eficacia; a los grandes problemas, soluciones rápidas. A los otros, su tiempo.

Hasta mañana


Pepeprado

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