Una vez planchada la oreja, y teniendo en cuenta que ahora y aquí es de madrugada intentaré recapitular sobre viajes y sobre lo poco que pude disfrutar del país en el rato que estuve consciente.
El viaje fue bueno, siempre que a cargarte lumbares y cervicales y a comer en plan contorsionista se le pueda llamar estar bien. En esto, en lo de irte haciendo arenilla, el único consuelo que te queda es que peor lo tuvieron que pasar Colón y Cia. En sus primeros viajes, y que estoy seguro que de catering iban peor.
A las llegada mi amigo Rirri le tuvo que explicar a uno de inmigración algo sobre unos polvillos, pero como parece que lo dejó aclarado y pertenece a su intimidad, que lo explique él. Yo, hecho polvo, pero limpio de polvo y paja (suena fatal).
Después de esto, solo nos dio tiempo a tomar un takssiiss como
Al final, escribí la nota y hale, listo.
Lo dejo y pongo tres fotillos, la primera, del cuerpo expedicionario, después una del volcán gordo, ese que a esta hora ni puedo pronunciar, finalmente la entrada del avion en Ciudad de México, en un aeropuerto gordísimo que está “literalmente” en medio de una ciudad de 25 millos de habitantes. Es como aparcar un portaaviones en el la bañera de tu casa, pero ellos lo llevan bien…
Hasta mañana.
Pepeprado
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