Antes
de entrar en eso de los muertos y las teles, un aplauso al Tribunal Constitucional…
francés, que ha avalado la legalidad de las corridas de toros. Como aquí
sigamos con las tonterías, al final para ver toros habrá que ir a Francia e inmediatamente
nos caeremos del guindo al ver el negocio que hemos estropeado.
Y
también dar mi opinión sobre el asunto ese de don Arturo; creo que ha ganado. Ha
montado el pollo, ahora aunque sea con aplausos de los que esperan ser
ministros de un nuevo estado, recula, pero lo importante, lo que iba buscando,
lo ha conseguido; pasta. A este le van a dar los primeros cinco mil millones
que entren en la caja estatal para que se calle, y eso era lo que de verdad quería.
Repito; pasta.
Ahora
lo de los muertos. No sé qué puñetas pasa en España, pero la gente va encontrándose
muertos por todos lados. Hoy sin ir más lejos, se habla de al menos tres. Uno
de un aparcamiento de Tudela, otro en un maletero de coche en Granada, y para
que no faltemos a lista, otro en un pantano de Málaga. ¿Qué pasa? ¿Es que nos
ha dado por tirar muertos por cualquier lado?
¿No será, que digan lo que digan las estadísticas, aquí,
aunque todavía no haya llegado Eurovegas que según dicen, va a ser el súmmum del descoque y la
delincuencia, cada vez hay más de esta? Cada vez hay más matarifes y más
asesinos, y cada vez estos son más sanguinarios y más violentos. ¿Por qué? Pues
sinceramente creo que porque vienen atraídos por nuestro espectacularmente
benigno Código Venial. Saben que aunque nuestra policía se juegue el bigote y
consiga cogerlos, después les echan un par de meses de arresto domiciliario por
haber matado a veintitrés. Si alguien está de acuerdo con esto, que me lo diga,
para no sentirme solo en mis pensamientos.
Ahora lo de las teles. Dejo aparte la ración de muerto en
primer plano de pantalla que nos dieron ayer con el entierro del señor Carrillo,
que me pareció impresentable. Aclaro; me parecen impresentables “todos” los primeros
planos de muertos en pantalla, sean del color que sean. Palmar es algo tan
importante que hay que darle un mínimo de dignidad y no servir para que algunos
lloren en pantalla para su propia propaganda.
Eso, aparte de esto, en esta semana he visto un par de capítulos
de dos series diferentes. Una la de Isabel, en la 1, y otra esa de los niños robados
en la 3. Cada una a lo suyo, pero las dos caen en el mismo defecto de nuestros presuntos
guionistas de postín. Todas las series actuales, tienen que meter con calzador varios
encames a gran velocidad para que las, y los, protagonistas y cualquiera que trabaje
en ellas, enseñen sus vergüenzas lo más posible, generalmente para encubrir su
falta de calidad interpretativa.
En la de Isabel, que en otras cosas está bien, dan la impresión
que la época isabelina eso de merendar entre el follaje, es decir, follar, merendar
y volver a follar, era lo que primaba. No sé, pero eso de ir en porretas por
los pasillos, en un castillo del siglo XV, en los inviernos de la estepa
castellana, no tenía que ser muy erótico.
En la otra, nos convencieron que un ciudadano que acababa de beberse una botella de güisqui, estrellar su coche y enterarse que su
madre se estaba muriendo a chorros, estaba dispuesto a un polvo artístico con su abogada,
que por cierto es la única letrada a la que nunca le suena el móvil, a pesar de
ser una lumbrera en lo suyo.
Creo, sinceramente que si hicieran las series ajustándose
a unos guiones “lógicos”, tendrían mejor suerte e incluso las podrían vender en
el extranjero.
Me voy, hoy es el cumple de Clarita; felicidades.
Hasta mañana.
Pepeprado
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