El día de hoy anda revuelto porque ha salido la sentencia
¿definitiva? sobre el accidente de Spanair que carga todas las culpas sobre los
pilotos. Son multitud los que opinan y como del tema entiendo algo, intento escucharlos
a todos. Cada uno da un dictamen diferente y busca
sus culpables, pero en lo único en lo que hay unanimidad, y en esto nadie pone
el acento, es en que… culpables somos todos.
En
estos tiempos en que todos sabemos que andar en coche cada vez es más caro, que
cualquier reparación o asistencia cuesta más y que cualquier repuesto es más
oneroso, nos ponemos la venda para aceptar, eso, aceptar, que los vuelos en avión
cuesten cada vez menos, que los precios sean a veces ridículos.
Nos
sentimos los más listos del mundo cuando alardeamos ante los amigos de haber encontrado
billetes ida y vuelta a Londres por 15 o 20 euros, pero nunca nos preguntamos
de donde se ha escarbado para hacer esas rebajas.
Las
cosas deben costar lo que valen, y si pagamos menos, significa qué; habrá menos
personal atendiendo a los aviones; que los técnicos de vuelo están más cansados,
y especialmente más agobiados ante las exigencias de compañía, aviación civil y
pasajeros, y que los aviones cada vez reciben menos cuidados. Pero todo eso,
¡ay! sólo se piensa cuando se cae un avión, y últimamente ni eso.
Ryanair
está rizando el rico y tensando la cuerda y todos tan felices. Se pide que la Administración
tome medidas, pero la principal medida que puede tomar el usuario y que,
curiosamente, es la más efectiva, que es la de no comprar billetes con esa compañía
no se pone en práctica, así que cuando uno de sus vuelos termine en desastre
ya, ni siquiera podremos quejarnos.
En
fin, llévanos mal camino, aunque todavía no se nos escapan los presos por la
puerta como en México, donde se les fueron del talego nada menos que 131, que
se piraron en un “descuido” del portero. Claro que aquí no hace falta, aquí los
jueces los ponen en libertad tras hacer un par de cursillos de macramé y, como
dice mi primo Jose Antonio, encima les dan la paga de desempleo y todas las
ventajas que se les niegan a los currantes.
Aunque parezca que eso es sólo algo de “la aviación”, no
es así. Hoy mismo hay dos noticias contrapuestas; en una hablan del atropello
del ciclista Victor Cabedo mientras entrenaba, y en otra (local) de las formaciones
de tres o más ciclistas paseando en plan turista. El atropello del profesional tiene
toda la pinta de ser eso, un accidente, provocado por circunstancias a investigar,
pero la actitud de los ciclistas no profesionales en general, es de juzgado de
guardia.
Estos se pasan el código por el silletín y creen estar en
posesión de todos los derechos y hacen en la carretera y no hablemos de la
ciudad, directamente lo que les sale de los cascabeles. Cuando vas en tu coche,
o estas parado en alguno de los muchos follones viarios que hay, los ciclistas te
pasan por cualquier lado, de cualquier manera y sin mirar eso de las distancias
y las normas. Los semáforos se los pasan cuando les apetece, y si en uno de
estos lances, algún coche se lleva uno de ellos para adelante, se lía la del Veri.
Así, que lo mismo que en lo de los aviones, algo de examen de conciencia y propósito
de enmienda, antes de lanzarnos al ruedo de las discusiones.
Hasta mañana.
Pepeprado
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