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martes, 29 de abril de 2008

Lengua y números

Resulta que el problema, mi problema, es que ni entiendo mi propia lengua, ni entiendo de números. Lo digo porque veo y oigo cosas y después cuando me las escriben me quedo a dos velas. Ayer, por ejemplo, vi en un telediario como un militar le explicaba a la ministra correspondiente, asuntos del material y le decía que “habría que renovar” material. Esto, que busca la procura de que los maten menos, a mí me sonó totalmente normal, e incluso me pareció que a la señora ministra también. Pues bien, hoy he leído que; “los militares se quejan”, “los militares exigen”, y cosas por el estilo, lo que está muy en consonancia con esa idea actual de que los militares son gente protestona, inútil y feroz, que solo sabe quejarse y meter la pata. Claro que después, cuando el gilipuertas del niño se despeña por hacer el borrico o se pierde en la nieve por irse de montañismo guay en plena tempestad, sí se llama desesperadamente al ejercito, a la Guardia Civil o a quien sea. A mí también me gustaría que no hubiera bomberos, pero porque no se los necesitara, pero mientras haya “riesgo” de que pasen desastres, tienen que existir. Pues eso, lo mismo.

Respecto a los números, parece que el asunto afecta incluso a la forma de medir el tiempo. Aclaro que yo no vi el programa -las hagiografías me aburren- pero oigo que en el llamado “59 segundos” (repito 59), lo de los 59, ha sido de regular aplicación hasta ayer a todos los que se enfrentaban a las preguntas. Pero que ayer, dentro de ese especial sentido de los pesos y medidas actual, algunos segundos fueron minuteados (nuevo verbo que sugiero y ofrezco gratis a la RAE; Minutear.- Dícese de convertir los segundos en minutos a la propia conveniencia). De todas formas, lo dicen los fieles, fue un éxito; “Zapatero consigue el 'récord' de audiencia de '59 segundos', con cerca de 3,8 millones de espectadores”.

De todas maneras, el que se lleva la palma en esto de liarme con las ideas y los números es el ministro donante de condones, don Bernat;“Un total de seiscientas marcas de aceite de girasol siguen bajo sospecha”, que en la misma comparecencia nos “garantiza sólo 200 marcas”, aparte de decirnos que las que están mal, nos las podemos beber a morro si queremos y otras lindezas incomprensibles para mí. Espero que hagáis clic en el vínculo, os leáis el artículo y me lo expliquéis. Yo soy muy básico, o se está sano o se está enfermo; o se está vivo o se está muerto. No se puede estar bien y mal, ni muerto ni vivo a la vez. Hay que aclararse. Yo estoy vivo y mal que le pese al señor ministro, aspiro a estarlo una temporada más.

En medio de todo esto, de pronto te encuentras con algo ya perdido, el sentido común, al que se le ha concedido incluso una semana de reflexión en Benagalbón, donde se está llevando a cabo una, en la que el Juez que imparte justicia, más que leyes, dio una conferencia de emocionante nombre “Justicia y Sentido Común”. Desgraciadamente no la he podido oír (no me lo perdono pero no me enteré, estas cosas se anuncian poco); “Emilio Catalayud: "El padre autoritario no es el bueno; el colega, tampoco". Este hombre es uno de esos de buena voluntad de los que hablan todos los libros antiguos. Estoy seguro de que a veces, también se equivocará, pero tengo la total seguridad de que cuando se equivoque los hará de buena fe, intentando conseguir lo mejor para todos. Quizás esa es una de las causas por las que solo unos pocos conozcan de oídas a este hombre, mientras que en cambio “todos/as” conocerán al siguiente protagonista, ejemplo de eso, de justicia, sentido común, buenas maneras, etc. Resumiendo, todo un ejemplo;Stoichkov da una paliza a fotógrafo búlgaro”. Bueno, no importa, el fotógrafo y su mujer embarazada, eran búlgaros. Esos no votan aquí (todavía).

Hasta mañana. Pepeprado

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