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martes, 26 de agosto de 2008

Así

Dentro de esa política social que nos hemos organizado, que se basa en el “somos estupendos”, nos acabamos de enterar de una de esas perlas que alegran la vida y refuerzan nuestra fe en el sistema; “El juez que lleva el caso, el último en ver el vídeo del accidente”. El que se supone que tiene que investigar el asunto “oficialmente”, ha sido el último al que se lo han dejado ver. Previamente, don José Luís, todos los ministros, los secretarios, los conserjes de los ministerios y los suministradores de los catering de las fiestas patronales, ya lo habían visto y habían opinado sobre su contenido en prensa, radio y televisión; así es como tiene que ser. Que los investigadores, a los que se les va a “exigir”, así de forma rimbombante y fastuosa, que se expliquen sobre el tema, tengan acceso a la información sobre ese tema, parece no tener importancia. Vale, sigamos opinando en plan torero, mirando al tendido y con la mirada perdida, que es como gusta ahora.

Esta mañana he escuchado en la radio un término que me ha impactado; pertenecemos a la cultura de la queja. Efectivamente, somos los representantes de la cultura de la queja, de los derechos totales, de la total ausencia de deberes ciudadanos y morales, y de la hipocresía y la inconsistencia.

Para aclararnos, habría que explicar que la investigación sobre los accidentes aéreos, como no es política, no va encaminada a buscar un culpable al que echarle la culpa. Se hacen estas investigaciones para descubrir los fallos, buscarle soluciones y poner esas soluciones en práctica para evitar su repetición… y eso no se puede hacer en un mes. Pero, aquí, a lo nuestro, a buscar al portero de la finca al que echarle la culpa, con eso vamos dados.

Para lo que no se busca culpable es para decidir quién es el que le está entregando a las empresas privadas el poder de decidir lo que pagamos y cobrárnoslo así, por las bravas. Primero fue la SGAE, a la que se le agradeció el apoyo electoral a golpe de exacción millonaria, ahora es a Telefónica, a la que seguro que también habrá algo que agradecerle; Telefónica cobrará por un servicio que el cliente no pide”. Aquí, los únicos que no tenemos padrino somos los ciudadanos de infantería, cualquiera puede meternos la mano en el bolsillo impunemente. Sigamos así, lo llevamos claro.

En Málaga, tenemos una novedad, parece que la cosa ha estado tan mal, que ni incluso esa tradicional post celebración del éxito, ha sobrevivido a esa crisis que no existe; La Feria de la discordiaCuando se empiece a reconocer que aquella bonita feria del centro se ha reconvertido en un macro botellón, en el que nuestra única gran aportación es que hemos ampliado la panoplia de edad de los usuarios. En el botellón tradicional solo van los jóvenes, en este nuestro son usuarios hasta las abuelitas irredentas. Por lo demás, todo igual. De la de arriba, ni hablar, una mega discoteca con “algunos” espacios reservados para los exquisitos (que normalmente no pagan). Cuando pase esto, lo de reconocerlo, es cuando habrá que decidir si esto es lo que queremos. Si queremos este turismo de aluvión que viene esos días sólo a emborracharse y a dormir tirado en cualquier lado; si queremos esas casetas regentadas por foráneos a los que Málaga les importa un rábano, porque cuando pliegan, se van con la pasta a otro lado y a veces ni pagan las facturas de la luz; si queremos que la calle esté “tomada” por la turba que tira las bebidas contra los escaparates y los coches para demostrar lo cerca que seguimos del mono, si esto es lo que nos gusta, sigamos. Si no lo vemos claro, hagamos un paréntesis para pensarlo. Démosle empleo a nuestro magín y así a lo mejor nos

damos cuenta de que esta horterada en que hemos convertido la Feria ni siquiera es útil ni rentable. En realidad, prácticamente solo sirve para que unos pocos “salgan en la foto”. ¡Ah! Y de refugio de cantantes presuntamente “importantes”, eso sí, con cargo a las arcas públicas.

Ahora nos queda esta otra Feria; Un pésimo año hidrológico deja los pantanos que abastecen a Málaga con reservas para seis meses A ver como bailamos con esta.

Foto de hoy, desmontando, y hasta mañana. Pepeprado


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