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sábado, 25 de octubre de 2008

Antes del domingo

Hoy es uno de estos días, en los que, curiosamente, todos los periódicos, radios y televisiones deciden, unánimemente, que "no passsaa nada", y que si no juega Rafa Nadal o no corre Fernando Alonso, se ponen al pairo y dejan pasar el fin de semana, sin noticias. Lo que te hace pensar en, si las que dan durante la semana, a plazo fijo, lo son de verdad.

Es por eso, que yo también me dedico a pensar y escribir sobre chorradas que tengo aparcadas. Una de esas, que me han recordado ya en la tele, es el asunto de los calendarios despelotados. Como la Navidad ya se divisa en el horizonte -ya se están montando las lucecitas de calle Larios- se están poniendo las pilas todos los colectivos, incluidos los coyunturales, que están fritos por ponerse en pelotas y aprovechan esta oportunidad para hacerlo. No consigo entender estas ganas de ponerse en porretas por todo y para todo. Hoy, con que lo pida cualquiera, un fotógrafo con un corto historial y mucha caradura; un presunto artista de esos que solo hacen "performances", que es un término que vale para todo; o un especialista en estudios termonucleares, es decir, cualquiera al que se le ocurra que tiene ganas de ver cachas, tetas y culos, y con el motivo que se le ocurra, hay miles de personas dispuestas a despelotarse en cualquier sitio y momento, haga un sol de justicia o un frío de narices. Curiosamente, en estos tiempos en los que siempre hay psicólogos, psiquiatras y "estudiosos" que lo estudian todo y dan explicaciones a todo, que disfrutan tela del telar, explicando lo inexplicable, en este asunto están callados como muertos. Ni siquiera esas universidades extrañas que hacen estudios extraños sobre la psicología de las plantas, o la inseminación sin macho actuante (¡que susto, ese prescindir de la colaboración!), de la hembra del tiburón azul, se han pronunciado. Quizás, porque, además de estudiosos profundos, sean un poco guarretes y gusten de darle al ojo con cuerpos más o menos aparentes. No nos engañemos, se puede estudiar lo del tiburón y ser un perfecto cochinete; lo cortés no quita lo valiente.

Otra cosa es la masa despelotante. A estos sí que no los entiendo, los convocantes sacan placer visual, salen en los telediarios como artistas e incluso les pagan, pero estos... Todavía los entiendo menos. Eso de hacerle caso al primer berenjena que se pone por delante, a veces con excusas que no hay por donde cogerlas, es una muestra de cortedad intelectual y de tener intercambiados los elementos vital-mentales, usar la cabeza sólo para llevar la boina y usar las bajeras para pensar.

Pero, si esto del despelote colectivo, en masa de culos innominada y en grandes espacios, es raro, lo otro lo del despelote puntual, cercano, con nombre y apellidos e invocando una causa cogida por los pelos, es todavía más llamativo. Ahora, todos; policías, bomberos, trabajadores de altos hornos jubilados y amas de casa de pueblos recónditos, se ponen como sus mamás los/as trajeron al mundo a las primeras de cambio. Después, con decir que es por un motivo noble como; comprar parches para la manguera en el caso de los bomberos, fundas estériles para las porras en el caso de los policías, y cosas así, todos/as, con la conciencia tranquila. En realidad, es solo un caso de voyeurismo aceptado; a las amas de casa de mediana edad del pueblo X, y solo medianamente vistosas, solo les compran los almanaques los/as vecinos/as (de nada, doña Bibiana), de su pueblo, y naturalmente no lo hacen para salvar la cría de la trucha autóctona, sino para verles el trucho/a las vecinas. Es decir; si el tío Felipe te echa un fugaz vistazo por la ventana, se lía el taco, pero si todos los tíos Felipe y similares compran el almanaque... es arte del guay, y... es por una buena causa. Eso, y nos lo tenemos que creer.

Como nota al margen, pido perdón a los/las felipes/as por el uso de su nombre, lo he usado como hispánica muestra de rancio tardo-españolismo tradicional, ya sé que los futuros abueletes se llamarán el tío Kevin o la tía Jennifer, quien quiera que ponga tío Manolo o cosa similar (adaptándolo al medio).

Lo dejo, ya sólo con esto, muchos dirán eso de que soy, retrogrado, antiguo y ¿como no?, fascista, que es lo que se dice siempre. Yo sigo pensando que ver a alguien del sexo contrario desvestirse, es algo más íntimo, más exótico-erótico y que pide más respeto que el disfrutarlo así, a diez euros el almanaque.

Hasta el lunes.

Pepeprado (En CH, mañana del 25)

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