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jueves, 2 de abril de 2009

Cosas mías

Hoy, como voy tarde y con prisas, no voy a “repasar” los, seguro qué, interesantísimos periódicos que nos mantienen informados. Voy a dedicarle unos minutos a hablar de las compañías de móviles, más bien de sus políticas de ventas.

Yo, como español de a pie que soy, recibo casi cada día, al menos un par de llamadas intentando convencerme de que me pase a la compañía X. Naturalmente, todos los que me llaman están preocupadísimos porque yo gasto mucho en teléfonos, todos quieren hacer mi bien y todos están empeñados en que me ahorre una pasta gansa al año. Dejando aparte que me enternece ese cariño que me demuestran, me parece que tendrían que reparar en algunas cosillas.

Dejo aparte, naturalmente, el respeto hacia los que te llaman, que la verdad me dan pena, porque no creo que haya hoy día un trabajillo más ingrato que ese, y presumo, que peor pagado, aunque en eso de los pagos parece que hay verdaderos especialistas en lo de pagar poco, tarde y mal. Esas criaturas que se sienten obligadas a llamarse José cada dos minutos, a convencerme que se me ha aparecido la Virgen con su llamada, que no comprenden como he podido ser feliz sin su Compañía, son solo unos currantes, pero… a los que ellos llaman también, porque me imagino que a casa de ZP, la Duquesa de Alba, Rajoy o don Yusepyuís, no llamaran para dar la vara.

Eso significa que el que coge el teléfono, tiene sus propias preocupaciones y si es en el horario preferido de llamada de estas compañías, la hora de comer o su inmediata, no estamos casi ninguno, generalmente, para estos ejercicios mentales tan profundos.

Para redondear la jugada, aunque te prometen amor eterno, resulta que una vez que firmas con alguno, solo acontecen dos cosas evidentes; la primera e inmediata, que tu compañía “ya antigua” despierta y tras meses de no dirigirte la palabra se da cuenta del amor que te tiene y te da el oro y el moro (perdón, el musulmán), cuando antes no te podía arreglar nada. El segundo acontecimiento, ese que maravilla a todos, es que tu ya “nueva compañía”, esa que ayer mismo te calentaba la oreja… te pasa al nirvana de los olvidados, sigues siendo tan transparente para la segunda como lo eras para la primera, miran a través de ti, y solo ven tu cuenta corriente y cuanto gastas en hacer eso que el 80% de las veces es una tontería; hablar por el móvil.

Estamos arreglados. Porque no es cosa de uno solo, no hay más que preguntarle a CUALQUIERA, y tiene una lista de agravios contra varias de estas compañías que te dejan listo. Les abres el grifo de su memoria y se desmadran contándote barbaridades de todas las empresas. Yo, por supuesto, también tengo en mi corazoncito recuerdos imborrables de Airtel, Wanadoo, Telefónica, MoviStar, y otras cuyo nombre prefiero no mencionar para no perder mi buena educación. Pero, es lo que hay, somos esclavos indefensos de estas multinacionales de ignoto paradero y desconocida faz.

Me apena, lo dejo, hasta que esta tarde me llame alguno y tenga que empezar a decir que no, de forma ininterrumpida hasta que me Fedn tranquilo.

Hasta mañana.

Pepeprado

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