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viernes, 9 de abril de 2010

PaíZProgre S.A.

La Semana Santa debería haber durado más sólo por una razón, para tenerme alejado de periódicos, teles, radios y noticias. Cuando he vuelto a prestarle atención a lo que me rodea, o mejor me envuelve y me encenaga, recuerdo el inicio de un poema de don Luís Cernuda, dedicado a otro don Luís ilustre, mi admirado cordobés don Luís de Góngora y Argote, que lo iniciaba con estas palabras;

“El andaluz envejecido que tiene gran razón para su orgullo,

el poeta cuya palabra lúcida es como diamante,

Harto de fatigar sus esperanzas por la Corte,

Harto de su pobreza noble que le obliga a no salir de casa…”

Y me pregunto cómo un país que ha tenido a estos andaluces ilustres derramando su sabiduría para bien de todos, ha podido caer en manos de esta gentuza, de los que hoy nos mandan.

En Sevilla, tierra de Cernuda, el ayuntamiento promociona y le da pasta a un rapero que homenajea a los autores del 11M; los sindicatos que aceptan impasibles la suerte de los casi cinco millones de parados sin decir ni pío, se echan exaltados a la calle para defender con uñas y dientes… a un juez; cuando el responsable del Departamento de Educación, pide que los que agreden a maestros puedan ser denunciados, un colectivo con el pomposo nombre de Observatorio por la Libertad de Educación (OLE) dice que lo que hay que perseguir es a los padres que mienten para poder matricular a sus niños, y que el responsable de Educación intenta meter en la cárcel a las familias; también en mí Andalucía, en la Universidad de Granada, se buscan chavalas de 15 a 18 años, con estos requisitos, “heterosexual, no estar embarazada, ser activa sexualmente y no convivir con la pareja” para un “estudio, proyecto o taller de salud sexual” (sin comentarios); más de mi tierra, la Junta ofrece rebajas para abortar teniendo el carnet de Joven…. Así podríamos seguir, pero ¿merece la pena?

Para luchar contra esto, para sanear moral y físicamente los cimientos de este país, el gobierno ha reaccionado. Doña Bibi, que está pendiente de decirnos lo que tenemos que hacer en todo momento, ha emitido sentencia; no se pueden leer ni Caperucita, ni La Bella Durmiente ni Blancanieves, porque son… sexistas. Con esto, todo arreglado.

¿Tan grande es nuestro pecado que sea esta la penitencia que nos merecemos? ¿Qué les entraría por la mente a los dos Luises de Oro al ver estas cosas?

Mejor dejarlo, pero para que no nos confundan a unos con otros, un pensamiento popular y anónimo que aclara las cosas:

“Todos somos de barro, pero no es lo mismo bacín que jarro”

Que no haya confusiones.

Hasta mañana.

Pepeprado

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