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miércoles, 19 de diciembre de 2007

El canon de los c… las narices

Dejando aparte las luchas intestinas del partido de la posición en Málaga, en el que cuando se acerca la posibilidad de salir en la foto del AVE y ante la vista de las generales se han soltado los nervios, lo que ahora es de total actualidad es el asunto este del canon.

No es ni más ni menos que un impuesto revolucionario pero, altamente original; lo va a imponer un gobierno constituido; lo hace para agradecer las campañas de apoyo que los autoproclamados intelectuales le dan regularmente en forma de manifestaciones y entrevistas en la tele; se va a grabar la presunción de delito (pagas “por sí delinques”); se va a hacer de formas indiscriminada, a todo el que oiga la radio por ejemplo o haga fotocopias de su DNI; se hace solo escuchando a una de las partes, los que quieren cobrar, los que van a pagar no tienen portavoz asignado; y finalmente cuando el gobierno autorice este “impuesto revolucionario legitimado por una votación” se lo entregará directamente a unas asociaciones privadas para que se lo repartan a su libre albedrío, porque una de las cosas que se debería saber es “como” se reparten los cobros de la SGAE.

Esto tiene la virtud de hacerme recordar aquella serie inolvidable de Los Intocables” en la que Elliot Nes y cuatro o cinco más luchaban -entre otras cosas- contra los que cobraban “protección”. Aquí vamos a lo contrario de eso que creo que dice la Constitución; aquí ni se nos presume inocencia, ni se busca el bien común, ni se intenta evitar privilegios; solo se pagan favores, ni siquiera se nos protege de los extorsionadores.

Mi gobierno presupone que yo soy un delincuente, me hace pagar para mantener a organizaciones privadas y ni siquiera me dice que es lo que va a hacerse con mi dinero, porque lo de que va ir a los “creadores” no me lo creo; la parte del león irá a parar a los Ramóncines (del que ni me acuerdo de su última creación), a los Perales (que ya cobra bastante) y a los Teddysbautistas (otro que tal); a los noveles y minoritarios le darán unos roscos por Navidad y un homenaje póstumo en el que se hará una colecta.

De todas formas no tiene arreglo, el reparto ya está hecho, hay que ser agradecidos; intentaré volver a ver a Robert Stack y Cia.

Lo que no me pueden pedir es respeto para esos “artistas”, eso hay que ganárselo a base de poner arte, no de poner el cazo unos pocos enchufados a la teta del poder.

Pepeprado

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