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lunes, 28 de enero de 2008

El Carnaval... de ofertas

Este año, el carnaval –el tradicional- ha venido de forma extraña; inmediatamente tras las Navidades; inmediatamente antes de la Semana Santa; casi sin tiempo para avisarlo y sobretodo, oscurecido por el otro carnaval, el de la Subasta Nacional por el Voto. A mí, desde pequeñito –es decir hace muchisísimo tiempo- me contaban como una de las mayores barbaridades existentes, aquello de los antiguos caciques -y en Andalucía los “señoritos”-, de comprar los votos sin el menor rebozo. Me parecía -además de una barbaridad- una inmoralidad y una de las mayores desgracias que un ser humano podía tener; verse obligado a vender su voluntad casi por narices. Pensaba que todo eso estaba afortunadamente pasado y que esos detalles de pagarles los autobuses y los bocatas a los fieles para llenar los mítines, eran solo una nota pintoresca para las campañas de publicidad. Ahora esto está sobrepasado; ahora se va directamente a pagar a tanto el voto, a prometer el Valhalla a los fieles a la causa y el perdón de los pecados a los conversos, a cambio de poner las equis en los lugares apropiados. Es la degradación del sistema, el no ir al fondo de los problemas y declarar a voz en grito sus intenciones de estar pegados y chupando de la teta del Estado a cualquier precio, y ese precio será el repartir migajas, porque es más fácil controlar a los que están en la cola esperando la sopa boba de las subvenciones, que a los que se ganan el sueldo con su trabajo; esos, como les ha costado trabajo ganar el dinero, son mas pensantes y tradicionalmente, el que piensa por sí mismo es potencialmente peligroso.

Los dos grandes partidos están en lo mismo, en prometer a diestro y siniestro, pero hay que reconocer que en el ranking de la desvergüenza ofertária, Zp y Cia., se están llevando la palma; estos ya ni disfrazan los pagos. Quizás, visto lo bien que le ha ido tradicionalmente a Cháves –el dócil nuestro, no el vociferante transoceánico-, se han tirado al monte de la valoración del voto en euros contantes y sonantes y se han dejado de leches. Mientras los otros, como no lo tienen claro y además tienen déficit de poder de hace varios años, pierden su tiempo en confeccionar sus listas colocando a los amiguetes por si suena la flauta. Los restantes, a los que solo les votan unos pocos, están tan tranquilos; ellos esperan al final y venden sus pocos escaños a precio de oro y se vuelven a colocar, ellos lo tienen claro. Nosotros: Estamos apañados. Con estos mimbres, ¿que puñetas de canasta vamos a trenzar?

Y eso que todavía estamos al principio de la campaña. Cuando esto tire p’alante, nos vamos a enterar.

Localmente, eso, el Carnaval. En la plaza, el sábado hasta las dos y pico, echándole watios al asunto, los cristales temblando, etc. etc… lo normal, y la foto en el periódico de ayer de Doña Adelaida de la Calle, exultante, brazos levantados y pose de vencedora de primarias en New Hampshire, porque había ganado unas elecciones a las que solo se había presentado ella y habían ido a votar menos gente que a una competición de petanca. Que le vaya bien, sea para bien, y felicidades al que le hizo los photoshops de la campaña electoral.

Y como no estoy fino, lo dejo por hoy.

Pepeprado

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