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martes, 8 de enero de 2008

Sobre las teles

Ahora que mínimamente parece que ha vuelto la normalidad, voy a dedicar estos minutillos a pensar en esa invitada permanente en nuestros hogares que es la televisión. Es cierto que nos hemos acostumbrado de tal forma, que no hay un solo día que no la miremos, aunque es bien cierto que gran parte del tiempo la miramos sin verla... Esto creo yo que es por varias razones, entre ellas que el hecho de conectarla es simplemente un intento de evasión de la realidad, pero también creo que esa presencia desapegada ante la tele es porque muchas veces lo que hay que ver, tiene tela-

Si durante la temporada, llamemosla habitual, la cosa es a veces difícil de ver, durante las fiestas ha habido días directamente insufribles.

A la tradicional tontéz cotidiana han sumado factores de peso, pero de peso negativo. Por ejemplo la inestabilidad de los programas; se cambia toda la programación, pero sin casi lógico ni raciocinio. Nunca se sabe que es lo que te vas a encontrar ni cuando te lo vas a encontrar, lo que contribuye a que te encuentres con bodrios “por doquiera parte que fueres”.

También está el tipo de programación; aquí nos movemos entre los refritos-resúmenes-recopilaciones-sumarios y predicciones, hasta los presuntamente festivos y dicharacheros. Las películas y las teleseries oscilan entre lo dulzón acaramelado y lo catastrófico acoxonante; ambas opciones devienen simplemente en deprimente. E incluso los telediarios se especializan en visitas de señores importantes, ya sean Jefes de Estado y/o de Gobierno, o futboleros de pro (los ponen al mismo nivel) a hospitales y sitios parecidos, a los que por supuesto no piensan volver en todo el año (y mucho menos sin fotógrafos).

Lo dicho, deprimente, engañoso, patético, deplorable, etc.… Me gustaría que alguien me explicara quien le dice a las cadenas que en estas fechas nos volvemos gilipuertas. Es simple curiosidad.

Vamos a ver como nos va con la vuelta a la normalidad, aunque ya es preocupante que una de las grandes expectativas sea algo que se llama “Sin tetas no hay paraíso”. Siempre se puede caer un pelín más bajo; el hombre (y si es directivo de TV todavía más), evoluciona de forma cangrejera, de lado y casi para atrás.

Pepeprado

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