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lunes, 1 de septiembre de 2008

Dos pensamientos

Aunque sea primero de Septiembre y habría que hablar de la vuelta al cole, vuelta a una cierta normalidad y de esa chorrada del síndrome post vacacional, hay que pararse previamente a reflexionar sobre la barbaridad del sábado en calle Larios.

Visto con una cierta perspectiva, se sacan varias consecuencias, una de las cuales es que los ciudadanos no creo que nos merezcamos a los políticos que tenemos, aunque haya sido culpa nuestra elegirlos.

Cuando no hacía ni cuatro horas de los hechos y todavía casi les estaban poniendo puntos a los heridos, el partido de la oposición en Málaga, el Psoe, lo único que tenia en mente era aprovechar políticamente la desgracia y arrimar al ascua de sus ambiciones, la sardina de la sangre derramada, y sacaba un rimbombante comunicado pidiendo responsabilidades y exigiendo acciones al ayuntamiento “para que no se repita el hecho”. Esto, así, sin más, es aparte de una inmoralidad, una chorrada. ¿Qué medidas inmediatas quieren? ¿Que se bunkeríze todavía más el centro? ¿Qué se ponga un policía detrás de cada majára? ¿Qué se pongan muros en las calles que impidan el paso a los locos, pero también a las ambulancias, bomberos y demás? La cosa era tan impresentable, que alguien más cuerdo, desde dentro, bajó al mundo mortal y en el transcurso de la tarde, ya los comunicados solo pedían “compartir la información”.

La única medida posible sería cambiar la mentalidad de la sociedad. Actualmente y desde que el señor A. Warhol, largó aquella chorrada, disfrazada de pensamiento pseudo filosófico, del derecho a los cinco minutos de gloria de cada quisque, hubo mucho majareta que se lo creyó a pies juntillas y va buscando los cinco suyos a cualquier precio. Viene a cuento, porque este conductor que “dice” que se quería suicidar, en vez de tirarse desde el balcón de su casa y estamparse en una digna soledad, cogió su coche y vino hasta el centro para ejercer de matarife. ¿Por qué? Simplemente porque este era el camino para salir en la tele. Un suicida de un barrio no sale en los telediarios más de dos segundos, un matador en calle Larios (rechazo lo de kamikaze, estos tenían un componente de dignidad, equivocado pero noble, según su código moral) es digno de esos cinco minutos o más y con un poco de suerte lo llevan a T5 a las tertulias. Esto es lo que se está consiguiendo con el continuo aireado de las miserias y el ensalzamiento de actos irresponsables por los media.

Como primera medida a tomar, inculcar en mucha gente otro pensamiento contrapuesto al del filo-profeta americano que no sabemos si cuando largó la perla iba fumado (no sería raro). Esta otra reflexión viene además de una mente más esclarecida y creo que más usada, la de don Umberto Eco, escritor, crítico literario, pensador, periodista, novelista, semiólogo y comunicólogo en Italia, donde lo de pensar está más desarrollado que en los USA, que en un alarde de clarividencia dijo lo siguiente, que, por cierto, yo tengo recortado y pegado en el borde de la pantalla de mi ordenador, para recuerdo permanente; “Hoy, no salir en televisión es un signo de elegancia”. Si consiguiéramos que esto entrara en el escaso cerebro de muchos, a lo mejor se minimizaban esas ganas de hacer algo… “para salir en la tele”. Aunque, claro, ¿a quien le importa actualmente eso de la elegancia? Sobretodo la elegancia moral. A cuatro chalados como yo, a algunos de los cuales tengo el gusto de conocer, cosa que me ayuda a seguir cultivando eso tan raro de “pensar por mí mismo”.

Mientras, el circo sigue girando; los periódicos se enzarzan en contar chorradas; don José Luís, paga los favores a su amiga doña Mari Tere dándole una entrevistilla para abrir boca; los jueces siguen bloqueando estatutos y amparando repartos de dineros públicos; el señor Rovira colocando hermanísimos de “embajadores” en París; don Pepiño construyéndose su ático de 150 metros² a 20 metros del mar, con los amigos (¿y esa Ley de Playas?); los del PP ladrándole a la luna; los supervivientes de IU buscándose el ombligo, etc., etc. Más de lo mismo. Da gusto ver que todo sigue… normal.

Hasta mañana.

Pepeprado

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