Salida tempranito (para el país), sobre las 10,30 y por derecho a Guadalajara. El viaje rápido y sin incidentes, pero por eso, sin nada que comentar aparte de que aquí todo quisqui conduce a toda leche y les encanta adelantar con raya continua, pero, repito, aquí lo normal. A los foráneos a veces se nos ponen algunas elementos fisiológicos en lugares inapropiados, por ejemplo en la garganta, pero nada, a tirar p´alante.
Cuando llegamos a la ciudad que está en un llano, tardamos 45 minutos en llegar al hotel, aquí todo es grande, habitantes 12 millones, calles de 7 u 8 kms., etc.…, los niños salían del cole, según se ve en la foto, la maestra los miraba con cara de entendida. Cuando nos organizamos, nos recogieron Guillermo y Kalina y nos fuimos, ¿cómo no?, a pegarnos una disfrutada.
Recibimos también a uno de mis sobrinos errantes, Fernando, que siempre anda planchando mundos y ahora está de prácticas universitarias aquí.
Nos fuimos a Tlaquepaque, al Abajeño, un restaurante con mariachis y un jardín de las delicias, donde se come (y se bebe) de forma “adecuada”.
Tras la comida, la gente mundana se fue a dar una vuelta por el pueblo (naturalmente compraron cosillas), y los hombres serios y formales (Guillermo y yo) nos quedamos platicando y arreglando los dos mundos, el de aquí y el de allí, los dejamos totalmente arreglados.
Vuelta al hotel, a recolectar fotos y ahora nos iremos a la calle a patear la ciudad. Por eso escribo ahora, después estaré hecho arenilla, y mañana hay que empezar la lucha aeronáutica.
Pongo un par de fotos del restaurante, dedicadas a mi cuñada Inés, la madre abandonada de Fernando, e intentaré colgar un mini “flim” con una canción que los mariachis dedicaron a María, una de sus predilectas,
Por si acaso, la pongo.
Espero que hasta mañana.
Pepeprado
P.D. Álvaro, mira tu correo
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