En estos tiempos de aldea global y demás coñas marineras, resulta que todo se te puede ir a hacer puñetas simplemente si se te va un cable en algún lado del mundo. Esto viene a que desde ayer estoy sin teléfono y sin Internet y me ha hecho reflexionar sobre la fragilidad de nuestro entorno. Nos hemos acostumbrado a depender de todos estos inventos y cuando nos faltan nos damos cuenta de que nos hemos hecho dependientes de ellos; y dependientes de los organismos que los manejan y controlan que entre otras cosas, como decían los antiguos, se explican poco. Tras dos mañanas y una tarde de llamadas a los “arregladores de entuertos” de
Por eso, el escribir sin saber si esto lo voy a poder algún día en algún sitio es cercano a lo deprimente y por tanto lo voy a hacer cortito para poder dedicarme a buscar un buen samaritano cercano que me permita colgarlo.
De todas maneras, las noticias que hay por ahí tampoco son como para tirar cohetes. Son lo habitual; ciudadanillos que apalean a compañeras; bombas encontradas en contenedores; el PSOE que se ensaña en las televisiones afines con los derrotados; el PP que ya está poniendo las piedras para perder las próximas elecciones; el señor Llamazares que sabe perfectamente que toda
Para mí, lo más importante es que ya se ha reabierto el café Central y mi hermano Rafael ha sobrevivido a la obra. Ya puedo tomar café y ver Málaga desde mi entorno habitual. Por cierto que la reapertura ha sido curiosa. Ha sido como una toma de
Prometo que si la técnica viene en mi auxilio y me devuelve mis derechos a la comunicación (por cierto, derechos bien pagados), pondré fotos y escribiré más. Por hoy me voy a buscar ayuda.
Pepeprado
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