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viernes, 7 de marzo de 2008

Se acaba

Menos mal; se acaba la campaña electoral. Creo que ya estamos todos hasta las narices. Sobretodo teniendo en cuenta que los últimos días han sido delirantes y los insultadores vocacionales ya se han tirado al barro de las descalificaciones, los insultos personales, las aberraciones idiomáticas y los ataques desaforados. Creo que los ciudadanos de a pie nos merecemos algo mejor que lo que nos ofrecen.

Las buenas noches del señor Zapatero y la niña del señor Rajoy, son, consideraciones políticas aparte, un modelo de búsqueda de la exquisitez. Eso está bien. Lo malo es que todos, repito todos, unos más y otros menos, cuando en vez de estar frente a las cámaras y en terreno abierto, se encierran con sus afínes y adeptos inasequibles al desaliento, pierden la compostura. El insulto, la descalificación y la desmesura en los conceptos se agravan hasta la saciedad.

Pero aunque los líderes desbarren, son los subalternos, eternos aspirantes al carguillo que piensan que así conseguirán (o mantendrán), los que ya se desmelenan en paroxismo y chabacanería.

Hasta ahora he preferido darle la caritativa categoría de “perlas” a algunas de las desbarradas intervenciones de estos personajillos, pero el tono al que han llegado ya no me permite darles consideración festiva o jocosa. Ya no.

El que doña Magdalena diga reiteradamente que “el PP es negativo, va asustando a la gente” y que a continuación largue lo siguiente; “el que vote al PP nos va atraer ruina y desgracia”, me parece totalmente impresentable. Vale que diga que el Ave es suyo, que argumente sobre lo de doblada y rota (o cosa así) creyendo que esas horteradas le dan pátina de populista, pero que nos lance rayos furibundos, nos amenace con los males del infierno y nos anatematice in aeternis es pasarse tres pueblos.

Por si esta señora no lo sabe, la Constitución nos garantiza que podemos votar a quien queramos, incluso podemos no votar, es un derecho no una obligación, y también que sepa que además de “su” partido y del “otro”, hay más partidos, más posibilidades de elección. Además le debe quedar claro, que todavía quedamos bastante gente que pensamos hacer lo que nos de la gana, no lo que ella quiera.

Y para colmo, ese personaje impresentable, Zerolo, (lo siento, pero contra mi propia norma, a este no le puedo anteponer el calificativo de señor, él se ha encargado de perderlo). Las marranadas verbales de este tipejo lo descalifican para casi todo. La grosería de sus orgasmos ha oscurecido el resto de su discurso, plagado de insultos, descalificaciones y ofensas que no merece ni ser comentado.

Lo siento en el alma porque nunca me gusta emitir mi voto “en negativo”, es decir en contra de algo. Siempre he procurado estudiar las ofertas y escoger en conciencia la que “en ese momento” consideraba mejor para mí y para todos, fuera cual fuera su color, todos los colores me valen, pero en este caso me veo obligado a quitar del espectro de mis posibilidades al partido de este esperpento porque “no me puedo permitir” tener ninguna leve ni lejana concomitancia con este tipo de gente. Los que le aplaudieron, allá ellos.

Y termino como comencé, menos mal que se acaba la campaña electoral, entre todos me están amargando. Me gustaría decir aquello de; “que gane el mejor”, pero pienso sinceramente que no hay ningún “mejor”.

Para no dejar mal sabor de boca una mención a un articulo en la Opinión de hoy firmado por Alfonso Vázquez, “Un cartel para el Museo de la Burocracia de Málaga”, es para leerselo y pensárselo.

Pepeprado

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