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martes, 7 de octubre de 2008

Macabra sociedad

Pensaba, antes de ponerme a esto, escribir sobre esta especie de falsa sinécdoque colectiva que actualmente se ha instalado en los media. Esa equiparación al tropo gramatical al confundir, o usar, la parte por el todo, se usa para demonizar asuntos a la menor oportunidad. Un ejemplo actual, actualísimo, es el asunto de los inmigrantes, al que se suma el de los grupos nacionales. Acabo de leer que “los italianos son los más reacios con los inmigrantes” (más o menos, eso es lo que decía). Más; anoche mismo en una de las cadenas, al pasar oí, que estaban dándole palos a la misma burra, la de si los inmigrantes sí, si los inmigrantes no. Lo primero es lo primero; los inmigrantes son muchos, variados y se merecen el mínimo respeto de usar con ellos de la individualidad. No son un grupo homogéneo que gusta o no gusta. Los que vienen aquí, a currar como todos nosotros; a acatar las leyes; a convivir en paz con sus vecinos; a reír y sufrir con nosotros, bienvenidos sean. A su casa vienen y a demostrar eso de que no se es de donde se nace, sino de donde se pace (de pastar=yantar=comer). Los que no hay que dejar de pasar por la frontera, son esos que vienen a atracar, matar y robar y en suma a aprovecharse de este infame Código Penal tipo Blancanieves que tenemos aquí, hecho a medida de violadores, asaltantes y defraudadores. Esos, que por cierto, se saben ese código mejor que muchos abogados, fuera.

Tampoco es de recibo eso de “…los italianos”, y al referirnos a los vecinos de la bota, podemos poner cualquier nacionalidad; los españoles, los franceses, etc. No todos los italianos piensan lo mismo de todo, ni, por supuesto, todos los españoles (o presuntos españoles, vayamos a molestar a algunos) pensamos lo mismo de todo. A mí, incluso me ofende que alguien diga que yo pienso lo mismo que algunos/as de los que andan sueltos/as por ahí, algunos/as incluso con cargo. Por ejemplo, no se puede decir eso de… “todos los malagueños son o piensan como doña Celia, o como doña Magdalena”. Pensemos en estas cosas antes de generalizar.

Pero, cuando pensaba en extenderme sobre esto, encontré en los periódicos del día cosas llamativas; Juzgan a un chef británico por asesinar a su amante y cocinar uno de sus muslos/Un chef británico ha comparecido ante un tribunal de la ciudad inglesa de Leeds, acusado de asesinar a su amante homosexual, trocear uno de sus muslos, sazonarlo y freírlo en aceite de oliva”. Este cocinero guiri, ha llevado al extremo eso de que su novio estaba para comérselo y se lo ha comido. Dejando aparte el agradecimiento por el aprecio y publicidad que ha hecho por el aceite de oliva, pone un puntillo de preocupación sobre lo que se habrá comido en el restaurante de este ciudadano en los últimos tiempos. Habrá que investigar si tenía algún perro, gato o serpiente pitón de compañía a los que perdió el aprecio en los últimos tiempos y a los que se ha dejado de ver por la vecindad. Esto sumado a esa ¿leyenda urbana? que se pregunta si alguien ha visto algún entierro de chinos en Occidente, hace que antes de ir de cena a un restaurante no conocido, haya que llevarse a Grissom para que le eche un vistazo al menú y lo apruebe con el nihil obstat preceptivo.

Al mismo tiempo, estos otros ciudadanos, usaron como samsonite de billetes, los resto mortales del pariente; Rellenan un cadáver que enviaron a Argelia desde Holanda con 50 millones de euros en billetes Esta versión del “pavo relleno”, pone en mí, dudas existenciales y preocupación personal. Si algún conocido te mira evaluativamente, haciendo un aforado visual de tus interioridades para ser usadas como contenedor, mientras te habla de lo bueno que sería sacar los dineros en efectivo y guardarlos en otro sitio seguro para escapar de la crisis, o de los que van a arreglar la crisis, te tienes que preocupar. Se está poniendo la cosa difícil, tanto, que hasta ser gordito te puede hacer apetecible como recipiente de esos euros de 500 que dicen que haberlos haylos, y que están escondidos.

Dejo para mañana, una impactante noticia que habla de lo fácil que va a ser desde ahora, reclamar. Sobre esto hay tela que cortar.

Hasta mañana.

Pepeprado

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