Como hemos estado entretenidos con controloversias, término nuevo que me acaba de inventar para las controversias de los controladores (lo he inventado porque esto no se ha acabado, habrá más), y yo, particularmente estoy sumido en algunas tareas extras, no he tenido tiempo para dedicarlo a algo que he visto acontecer en mi entorno natural.
Vamos a ello. Para ilustrarlo, he puesto una foto de esta mañana de mi plaza, en la que se ve claramente un albo espacio en el lateral derecho. Corresponde a un lienzo en el que hasta ahora, se han expuesto diversas llamadas publicitarias, desde las de la propia constructora hasta el del gordo de la cerveza Victoria.
Pues bien, hace unos días aparecieron por la plaza unos señores (varios), a hora temprana, más o menos las nueve de la mañana, con toda la apariencia de ser políticos entregados, enarbolando carpetas y portafolios con el emblema psoeístico como arma de respeto, y naturalmente tirando de móvil de forma ininterrumpida, como corresponde a gente importante y con sus coches, indudablemente oficiales, atravesados a media plaza, como corresponde a zona conquistada, mientras ellos echaban un rato de discusión profunda.
Pregunté a los entendidos (siempre los hay) y me enteré que estaban estudiando el espacio publicitario donde iban a poner una imagen gigantesca de la que se presume candidata a la alcaldía, señora Gámez, para que nos ofreciera una maternal vigilancia durante estas navidades, alegrándonos (presuntamente) con su encantadora (también presuntamente) apostura.
Pasaron dos o tres días y como no aparecía la plasmación fotográfica de la aspirante a líder municipal, volví a preguntar. Me lo contaron; la empresa que tiene el poder de explotación de la valla, al parecer tiene una norma restrictiva de la propiedad, para evitar la contratación del espacio “para cualquier tipo de propaganda política, de cualquier partido político o grupo”. Por tanto, al ser una imagen electoralista, de un partido político y cumplir con todas las restricciones, no se pudo contratar el asunto. Perfecto, cada cual es libre de explotar su negocio cómo quiera, y las clausulas son totalmente democráticas e igualitarias. Hasta aquí llega la causa.
Ahora, el efecto. Tras la negativa a alquilar el espacio, han empezado a producirse inspecciones y requisitorias a la obra de este edificio. En la Junta se ha despertado un inusitado afán de perfeccionismo en esta edificación, un aumento de su interés fiscalizador y un deseo de que nada se le escape.
Naturalmente me van a decir que es casualidad, pero mi instinto me dice, que hay una relación de causa y efecto evidente. Siguiendo el pensamiento de don Guillermo Shakespeare, que dijo “vale más ser completamente engañado que desengañado”, intento huir del engaño pero sin caer en el desengaño, pero con estas cosas es difícil mantenerse ecuánime. El tufillo a coacción de estas actuaciones es nauseabundo y visto lo que se puede hacer a tan pequeño nivel, se comprende mejor eso de mandar gente armada a las torres de control.
Lo dejo, para buscarme un lugar adecuado para colgar el invento este.
Hasta mañana.
Pepeprado
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