No me gusta quejarme, prefiero mirar la vida con esperanza y a ser posible,
con una cierta dosis de buen humor, pero a veces te entran ganas de ponerte a pegar
quejidos en una esquina para desahogarte.
Aclaro que es posible que mi actual estado físico, arrastrando un
resfriado de esos de enmarcar, las narices goteando de forma ininterrumpida, ataques
de tos interminables y con la preocupación de si voy a llegar a la boda de mi
hija de forma más o menos presentable, no ayuda a echarle optimismo a los
asuntos que nos inyectan los media.
Ahora están todos entretenidos opinando sobre la gilipollada del viaje
real último. Todo el mundo opina y como es natural saca conclusiones a medida
de sus deseos. Para que no se diga que escurro el bulto, el viajecito de las
narices creo ha sido un solemne error, y lo que es peor, lo veo como las alocadas
decisiones de un viejo chocho que no se quiere dar cuenta de la edad que tiene,
es una extensión del complejo de Peter Pan, que por cierto reconozco en mucha gente
a mi alrededor que confunde el estar bien para su edad, con tener veinte años a
los a los sesenta. Se debía haber quedado en su casa jugando con el nieto escachifollado
y estaríamos más tranquilos, pero a los que sueñan con la IV república les diría
que este sistema de gobierno es estupendo… en otros sitios, pero no en España
donde los que llegan al poder (y sus familias) se sienten inmediatamente los
amos del cortijo. Pero no es este el motivo de mis quejas, no.
Básicamente es, porque sigo escuchando muestras de cómo somos en este
país, donde la lo del perro del hortelano no se escribió por casualidad. Me entero
que el jeque del Málaga está pensando en plegar e irse con sus millones a otra
parte en vista de la cantidad de problemas que se le están poniendo a todos sus
proyectos.
En otros lugares, presuntamente más cosmopolitas y sabios, andan poniéndole
también trabas tales como que generaría prostitución o bandidaje, como si de
esto no estuviéramos al mejor nivel, al proyecto del Euro Las Vegas.
La guinda a este pastel de despropósitos es lo del petróleo canario. Sólo
han dicho es que hay una posible bolsa de petróleo “en el límite con aguas
marroquís” y ya hay verdes, granates, ecologistas, indignados y partidos de la
izquierda ultramontana poniendo el grito en el cielo laico para que no se
aproveche el petróleo. Muy bien, seguro que eso también lo dejaremos pasar y a continuación
los vecinos, pondrán sus torres un par de kilómetros más allá, por supuesto pasándose
las normas de seguridad por los bajos de la chilaba y montándose en el euro. Mientras
aquí estaremos esperando para comprarle el petróleo al precio que ellos digan. Estas
cosas son las que me ponen triste, especialmente cuando ya son tradición. Siempre
me acuerdo de la empresa alemana que a muy principios del siglo XX quiso embovedar
el Guadalmendina, controlando sus inundaciones y aprovechando el suelo y se les
denegó porque ellos “iban a cobrar derechos durante cien años…” El rio sigue
sin servir para nada pero no dejamos que nadie ganara dinero, ni nosotros mismos.
Me voy, hoy es el Día Internacional de la Voz y yo estoy que casi no puedo
hablar. Soy un artista para estas cosas.
Hasta mañana.
Pepeprado
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