La semana, como últimamente se está haciendo común, ha
sido variada y variopinta. Empezó con días desabridos y faltas a la cita con la
calle de algunas del lunes, siguió con un miércoles bueno y medio jueves regular,
con el gran lunar (para mí), de la ausencia del Nazareno y la Esperanza. No me
cuesta trabajo reconocerlo, soy partidista y parcial, pero un Jueves Santo sin
el Moreno y la Esperanza, no es Jueves Santo, es más casi diría que deja coja a
toda la semana Santa.
Finalmente el viernes, aún con una noche inestable y a
veces preocupante, salieron todas y empezó a llover cuando todas estaban o ya
encerradas o a punto, por lo que se puede decir que se escaparon por los pelos.
Finalmente y para ponernos los dientes largos, sábado y
domingo fueron días casi playeros. El Resucitado se paseo contra un cielo azul esplendoroso
y la Reina de los Cielos cerró este año con tranquilidad y elegancia. Pongo
foto de esta última desapareciendo por la esquina de calle Granada. Es siempre la
última imagen en mi retina, cada año y hasta que pueda.
En fin, otra más y para mí, otra menos. Esta me ha traído
un descubrimiento, más bien una incorporación al acervo cultural local. Hasta
ahora, las dos grandes aspiraciones de los españoles en general y los malagueños
en particular estaban claras; eran felices con una gorra de plato y/o con un micrófono.
Ahora se ha incorporado a esto un nuevo objeto de deseo; una identificación con
cinta de colores colgada del cuello del ciudadano.
He observado que salvo honrosas excepciones, que las hay,
a personas que cuando iban a pescuezo descubierto eran totalmente normales, en
el momento que les cuelgan el adminiculo identificativo,
se transfiguran, se ven más grandes y se sienten con poderío y dotes de mando.
Cualquier
perenganito que hasta ese momento era tratable, tras ser investido de tarjetita
con foto, lo pones en una puerta, o en una cola y es algo así como un nuevo Cid
Campeador, dan mandobles oratorios a diestro y siniestro y regalan filípicas a
lo Marco Tulio al primero que ose intentar preguntar algo.
No
es imaginable lo que puede pasar con los que a esto, les añadan un walkie
talkie, esos ya entraran directamente en éxtasis…
Lo
dejo, pero en el vistazo a los periódicos, entre los cientos de malas noticias
y lúgubres premoniciones, he encontrado una de las de hacer pensar, esta; “Isabel II condecora a Camila tras siete años de matrimonio con
Carlos”. Con esto, doña
Isabelita, que además de lista es ya vieja y por eso sabe más, ha mostrado lo
que piensa; que aguantar a su retoño siete años, es para medalla.
Lo último es local. A una que mató al marido tras una discusión,
le piden “solo” 14 años. Eso el juez lo dejará en la mitad y la doctrina penitenciaria
hará el resto. Cuidado con discutir, es barato que te maten.
Hasta mañana.
Pepeprado
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