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lunes, 23 de abril de 2012

Vuelta a la rutina


Dice el diccionario que rutina es; costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas sin pensarlas. Suena poco importante, poco influyente, pero es de esas cosas a las que no damos importancia cuando la tenemos, pero echamos de menos cuando la perdemos.
Hoy es cuando el que suscribe está volviendo a esa rutina (por otra parte, siempre cambiante), tras la semana anterior en que cada día era novedoso y traía algún cambio, a veces inesperado. Fue una semana en que volvió mi hijo Javier, se ultimaron los últimos detalles de la boda de Alex y Bea y finalmente el sábado se produjo esta.
Afortunadamente todo fue cómo una seda, con el único sobresalto por mi parte de descubrir que ese sábado, justo a la hora en que el coche de la novia tenía que venir por calle Especerías a recogerla, esa calle estaba tomada por… una procesión. ¿Cuál? Ni idea, yo ya hace tiempo le perdí la pista a saber cuántas procesiones salen en Málaga cada año. No sé si es que era cortita o es que iban ligeritos, pero al final, cuando llegó el coche la calle estaba expedita y pudimos salir sin problemas.
La ceremonia en la Iglesia del Sagrario estuvo bien, el oficiante, padre Alfonso, condujo la ceremonia con una cierta mano de hierro y todo, adornado con un coro que sonó estupendo, discurrió de forma agradable y sin interrupciones.
Tras esto, algo más tarde nos fuimos a la Hacienda el Álamo y lo pasamos pipa. Al menos yo, que ya relajado y sabiendo que todo estaba saliendo bien, incluso eché el resto y bailé para acompañar a los novios. De lo bien que nos atendieron no soy yo el más indicado para hablar, pero todos los asistentes, a los que por cierto desde aquí agradezco su asistencia, con los que he hablado me han felicitado por el lugar elegido y por la cuchipanda ofrecida por el Alabardero. Es verdad que todo fue calidad y cantidad. En la recepción, con una buena dosis de originalidad en los cartuchitos de pescado y de camarones, así como en algunas platos que sorprendieron, como mini tortillitas, o piruletas de algo que ahora no me acuerdo de qué, pero que estaban muy buenas (o eso me cuentan, yo comí poco por la preocupación). Después en la cena todo perfecto y tras esto, el bailongo reglamentario. En fin un día estupendo, con un resultado estupendo ya que creo que todos salimos contentos. Eso sí, derrengados y ahora me encanta eso de recuperar mi rutina tradicional. En esa rutina he visto que todo sigue igual, todo son noticias de desastres económicos y sociales y los únicos que parecen estar pasándolo estupendo y no estar afectados por la situación, son los artistas que andan a lo suyo, a repartirse premios y a montarse saraos particulares que pague otro. Es decir, lo de siempre, sólo interrumpen la actividad auto loatoria de cuando en cuando, para ponerse tras la pancarta reivindicativa. Reivindicaciones qué, por supuesto, olvidan inmediatamente.
Otros artistas, estos estaban en el paraíso fideliano, se han escapado de ese edén que estos adoran y se han fugado a los pérfidos EEUU, quizás porque nuestros artistas no les habían explicado la suerte que tenían ellos, de estar siempre en el nirvana fideldigno castrista.
Lo dejo, los novios ya están de viaje y el padre de la novia, o sea yo, vuelve a la normalidad.
Hasta mañana.
Pepeprado

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