Hoy no he podido ni ver los periódicos. Bueno, la verdad es que para lo
que hay que leer, seguro que no me he perdido nada.
Generalmente todo lo está ocupando los desvaríos de don Menos y los
asuntos peloteros donde los clubes derraman los millones cómo si los tuvieran,
así que no voy a llorar.
De lo que sí me acuerdo, así sin chuleta, es la genial jugada de doña
Valenciano, que en este que iba a ser su debut europeo en cuestión de
votaciones importantes, al ver que iban a quedar fatal con los colegas del
Parlamento al no cumplir lo pactado, y no querer quedar mal con el nuevo Jefe,
tiró por la calle de en medio; el día de las votaciones… no votó, se puso
enferma y se quedó en casa. Genial, es lo que se esperaba de ella.
En lo personal, la explicación a mi tardanza de hoy, ha sido debida a ser
uno de los sitiados, uno de los que viven en el centro y no tienen derechos.
A nosotros, los discriminados, aparte de tener que andar esquivando
sillas y mesas, se nos plantea otro gran problema. Cuando hay que llamar a un técnico
de algo, para alguna avería domestica, lo primero es pasarles el valium al técnico
cuando le dices donde tienen que venir. Lo peor es cuando ya los convences, los
problemas que tienen para traer alguna pieza, para aparcar la furgona o para comprar
alguna piececilla de última hora que les falte. Dentro de esta pecera de colores
que es el Centro, estamos en estado de soledad burocrática y escasez asistencial.
De hecho, lo único que llega regularmente, son las notificaciones de hacienda o
las multas de tráfico, que esos sí que son ubicuos.
No te cuento si es qué tú, o algún familiar, tiene que ir a un médico y vas
chungo de las partes andariegas. Tienes que arrastrarte hasta alguna parada de
taxi, al que si la dirección que le das al taxista es cercana, también se le
pone un careto importante.
Por eso, cómo hoy tenía apalabrado a dos técnicos para dos averías
diferentes, he estado toda la mañana con dedicación exclusiva. Al primero que
llegó más o menos a su hora, lo he estado asistiendo, y esperando, porque cada
dos horas tenía que ir a recargar el ticket del coche. Se ha ido hace unos
minutos.
El segundo, que iba a venir a eso de las diez y media, acaba de llegar
(son las 2 y cinco), y naturalmente, lo primero, ha sido quejarse de la circulación,
los aparcamientos y lo difícil que está el centro. Así que hoy, he estado de
receptor de quejas, cómo si yo no supiera de qué va esto.
Y lo dejo, me tengo que ir a “asistir” a este último.
Mañana será otro día, espero qué, “normal” y podré comentar la actualidad
que nos rodea, o al menos eso espero.
Hasta mañana
Pepeprado
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