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miércoles, 27 de agosto de 2014

Diferencias y envidia

Hoy es uno de esos días en los que la crónica internacional hace que sienta envidia de otros países.
Por un lado sale la noticia de que el alcalde de Berlín, tras 13 años de mandato y sin que nadie le ponga una pistola en la sien, dimite por los retrasos en la construcción de aeropuerto de la ciudad  y asume este fracaso como propio.
Port otro, en los vecinos ultrapìrenaicos, están investigando a la señora Lagarde… por negligencia.
Por estos dos motivos, retraso en las obras y negligencia, aquí, generalmente a los culpables se los hace ministros, o, como mínimo secretarios generales.
Ahora por ejemplo, se habla de las facturas del aeropuerto de Castellón, en el que se gastaron millones sin que nadie dijera ni pio, o, también de actualidad, que CiU, que hace un año quería que don Montoro enseñara cual ujier papeles en que saliera el nombre de Bárcenas, aunque fuera una esquela mortuoria, y que naturalmente fuera fusilado al amanecer, pero ahora se pone exquisitamente legalista y, rozando el misticismo angélico, le dice al mismo señor Montoro, “que no puede” desvelar nada de las andanzas de un ciudadano particular, incluso cuando es tan particular como Il Padrino, y que a este, se le moleste lo menos posible. Y nos lo tragamos día a día y todos felices.
En esta España nuestra, ahora nos dice don Luciano, que “las empresas de cursos de formación no podrán vivir de las subvenciones públicas”, con lo que tácitamente admite que las han estado manteniendo así hasta ahora. Desde luego lo que no hace don Luciano es pedir cuentas, y la Junta, a lo más que llega, es a decir que “no dará más dinero a UGT hasta que se justifique lo recibido”. Más claro, el agua. Lo único que piden es qué les den “algún papel” que les sirva para enterrar el asunto y poder seguir repartiéndoselo con ellos.
Es quizás esto, lo que ha llevado a una sociedad enferma en la que sólo vale la juerga, el despilfarro, la indecencia y el desbraguete continuo.
En estos tiempos de hambre mundial, cuando los media bombardean con peticiones de colaboración para ONGs para luchar contra el hambre, en Buñol se machacan, tirándolos, 140.000 kilos de tomate, ¡CIENTO CUARENTA MIL!, y eso, todos felices.
Este desmadre y esta lucha por simplemente salir en los periódicos, sin pensar en los demás, en los más desfavorecidos, llega a todo, incluso a nivel personal, y claro, siempre tirando con pólvora del rey… o con tomates.
Un ejemplo, el fotógrafo, que en el Alto Ampurdan, con un amiguete piloto, usó uno de los aviones anti incendio, simplemente para conseguir ser el que más agua se echara por encima para eso de la nueva ola a la moda. Lo que gastaron en combustible, horas de vuelo, agua y demás gastos, le habría venido muy bien a los necesitados de la distrofia, pero, no, lo suyo es usar los medios del estado para provecho propio. Y no solo provecho, sólo para hacer el vaina. Por cierto, el fotógrafo, que ni siquiera es español, es un belga, al que seguro que en Bélgica no dejan usar sus aviones para hacer el chorra, está en el  hospital porque lo deslomó el sartenazo de agua, unos 1.500 litros. Está en estado crítico, aunque la mente ya la tenía así antes.
Por eso, al ver las diferencias, me da esa envidia perruna…

Hasta mañana


Pepeprado

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