Ayer falté, y hoy voy tarde, pero es que el jueves por la noche mis lumbares de manifestaron en todo su esplendor. Cuando las revoltosas vértebras se ponen en pie de guerra, la verdad es que ni escribir ni tocar el arpa son cosas que me salgan con facilidad. Son cosas del tiempo; del tiempo que hace que nací, que es bastante.
Cuando la cosa se pone importante, hay que dedicarle atención, y la experiencia me enseña que tras el pastilleo correspondiente, lo mejor es el relax a tope. Para conseguir esto, lo mejor (aparte de no dar un palo al agua) es buscarse un sitio tranquilo, un ambiente amable y si le pones un par de GTs a tiempo, la relajación viene sola. No es que te arregles, pero al menos se te olvida el asunto. Por eso, lo mejor, irse al Axarquía Beach y quietecito y sin meterse en aventuras.
En eso estoy. Ni siquiera he querido leer periódicos ni oír radios, que esas son cosas que enervan y hacen que los tendones se pongan tensos y revolucionados, con lo que dan la lata. Estoy seguro que el mundo está tranquilo y mejor organizado, ahora que a don JL lo han invitado a hacerse cargo de la gobernanza de la civilización, según cultas y vibrantes palabras de don Moratinos. Con esto, un nuevo mundo se abre para Occidente.
Los contrarios, por el contrario, deben de andar bastante ocupados ahora que parece que van a tener que ir a la tintorería a aclarar lo de los trajes y las cuentas. Por cierto que los tribunales siguen haciendo historia, ahora se han sacado de la manga una nueva figura, la del imputado provisional. Reconozcamos que es un estilo creativo este de administrar la presunta justicia a base de inventar acepciones nuevas y ocurrentes. Este es el camino, así no se arreglan las cosas, pero el personal está distraído.
A ver si de una puñetera vez unos, otros, juzgadores y juzgados, acaban con estos líos y alguno de los dos partidos se dedica a currárselo y no a tirarse trastos a la cabeza y los otros, los de los invento legalistas, a impartir y repartir algo de justicia, de forma ciega y no tintada de colores partidistas.
A doña Trini se le siguen muriendo los enfermos, pero eso sí, se le mueren en perfecto estado de salud, lo que ya tiene mérito. Es otra forma de creatividad, que por cierto, a mí me asusta, porque aunque dijo que no iba a entrar en cálculos, después se desparramó diciendo que nos podíamos morir unos pocos. Me preocupa, sobre todo, habida cuenta de que las esperadas vacunas, de las que yo soy cliente habitual todos los años, dice que no van a estar listas hasta diciembre, con lo que da tiempo a que palmen una buena cantidad de abueletes. Visto de otra manera, como diría mi amigo Pedro S., es otra manera tan válida como otra, como por ejemplo, despeñar autocares, para cuadrar los números del Inserso. Así, quedan los que quedan.
Bueno, como estoy en una terraza fantástica, frente al mar, oyendo romper las olas suavemente, con una luz matizada, unos azules asedados, un horizonte limpio, lo que modestamente he mejorado con una selección de música escogida, de las mías, y con la mejor compañía, la de mi Maru, que felizmente ha finiquitado honrosamente, su tribunal, voy a dejar esto y me voy a dedicar sólo a eso, a disfrutar de aquello que en el Renacimiento definieron tan bien; il dolce far niente, que traducido al román paladino es aquello de tocarse los… sentidos.
Si sigo mejorando, hasta mañana, si no… hasta que pueda.
Por cierto, al archivar esto me he dado cuenta; es 18 de julio, antes, esto era día de sandias en la playa y de excursiones multitudinarias. Ahora es un día más, ¡que bien!
Pepeprado
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