Falté a esta cita ayer, y antes de ayer. La razón es que
por motivos familiares fui a Sevilla y de allí
viene el título de esta reflexión.
Sevilla está cómo siempre,
preciosa, luminosa y encantadora. Pasearse por ella es una delicia, el tapeo y el
bebercio es de lo mejorcito, con el añadido de que en ningún lugar en que pedí
Larios, faltaba, cosa que en esta mí ciudad me ha sucedido varias veces en el
último mes. Aquí, cómo somos más papistas que el Papa y los más amantes de lo
novedoso del mundo mundial, desde que se instauró la Gintonicmanía, se ve que
los arribistas neo progres sólo piden marcas exóticas y los veteranos de largo recorrido
del GT de Larios de toda la vida, estamos desasistidos. Pero ese es un problema
personal, a lo que vamos; al desembarco.
En mis últimas visitas, no se
notaba nada especial, todo discurría de forma tranquila, pero ¡ay!, el mismo lunes,
sin esperar más, los grandes cambios. Se produjo el desembarco de los ¿nuevos? dirigentes.
Y se notó. Vaya si se notó.
La ciudad hervía de coches
oficiales, de esos de alta gama, negros, con las lunas tintadas, con choferes
de los entregados a la causa, moviéndose por todas partes, aparcando en los
lugares que les parecía -por supuesto prohibidos para el resto de los mortales-,
entrando por calles cerradas al tráfico y dando la sensación de poderío que dan
todas las tropas cuando entran a terreno conquistado; para que se note quién
manda aquí.
A veces me recordaron esa
foto del pelotón alemán desfilando por los Campos Elíseos, aunque estos de hoy,
no llevaban banda de guerra al frente, estos ponen la música con el móvil y la
tablet pagada por los contribuyentes.
Que no me vayan a contar que
eran actos oficiales, porque el barrio de Santa Cruz, a altas horas de la noche
no es lugar para gestionar obras públicas ni para preparar planes de estudio.
Me da la impresión de que las ventas de coches de esos, de los más caros, va a
pegar un subidón, porque algunos de los que han entrado no quieren cosas usadas;
ellos son nuevos y lo querrán nuevo todo.
Ya hoy, al enterarme de
algunas noticias, ya sé de las primeras decisiones del Oberkomando de la Cortijá,
[aclaro, Oberkommando=Alto Mando]. Lo primero, dejar claro que no van a hacer
ningún caso de lo que diga el Gobierno de la Nación, a continuación ya se verá cómo
se reparten las cosas.
Particularmente me tiene
asustado lo que puede pasar con Educación. El nivel de un país viene respaldado
por su categoría intelectual y moral, y eso, a golpe de libros de sexualidad permanente
y de historia amañada tiene mal futuro. Si la situación actual no se remedia y
se sigue dejando que los nenes pasen de clase y de nivel, sólo con “estar apuntados”,
la cosa irá a peor, y si los puestos de responsabilidad docente, directores,
inspectores, etc.… van a seguir siendo más por afinidad política que por
méritos, la debacle va a ser de las órdago. Cuando nos lleguen, como el turrón,
por Navidad, los futuros informes Pisa, se nos va a ver el plumero, y es hasta
posible que nos echen del informe por falta de baremo a la baja.
Ante esto, como el del chiste
del paralitico… ¡que me quede como estoy!
Hasta mañana.
Pepeprado
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