O bien
hablar de la salida de los rocieros malacitanos y sus cohetazos ad hoc, o bien
de la inopinada manta de agua que nos cayó ayer, pero no…
Para empezar a echar el día
por alto, llega la noticia de la muerte de don Robin Gibb, de los Bee Gees de
toda la vida. A mí, esto me da más pena de la que se podía esperar, no solo
porque es el final de alguien que ha intentado hacer la vida más bella a base de
canciones, sino porque es también la muerte de una parte de “mí” época, otro
palito a la burra. Poco a poco van cayendo lo que son mis recuerdos y eso
duele, que diría la Bombi, coetánea de los Bee Gees.
En fin, descanse en paz don
Robin, que perteneció a una familia en la que se palma pronto, y de la que ya
sólo queda uno de los cuatro hermanos, curiosamente el más viejo.
Pero para alegrar estas
noticias, esas de las que no se va a hablar aquí o el triste silencio
definitivo del falsete máximo, hay una de esas que yo llamo pasmosas, de las
que te dejan boquiabierto, aturdido y descangallado
cual botarate atropellado.
El notición es este; “La Universidad de la ginebra llega a
España”
¡Toma
ya! Sé que así de primeras, es sólo un reclamo comercial, pero es que eso de
elevar a título universitario el asunto trasegante, es pasarse tres pueblos.
Este
invento lo ha organizado una marca de ginebra, la preferida de la extinta reina
Mary de UK, la hace itinerante y la maneja algo que se llama el Beefeater London Gin College.
En realidad esto es solo otra forma más de dorarles la píldora
y engordarles el ego a una serie de gilipuertas que ahora se han reconvertido
en expertos en yintonics y como todos los neos conversos de algo, flotan por
los espacios siderales acostados en su propia memez.
La tontuna de estos personajes
les hace proclives a que les endilguen bolos de respetable calibre y que se emocionen
cuando les hablan de que les van a enseñar a “conocer a fondo sus ingredientes”,
“aprender a catar y disfrutar de sus matices” y (aquí llega lo más ultra cursi
del asunto), “saber elaborar un
perfect serve”.
Para estos neófitos, eso que yo hago de tomarme unos GTs, de
Larios y tónica y que desde hace años, cómo único aditamento patrio y desliz gastrónomo
estético adorno a veces con una ramita de la humilde yerbabuena, es estigma y síntoma
de no saber, aunque en mi defensa arguyo la veteranía de décadas en el intento.
Para redondear la delirante bobería del invento, al final “los participantes se gradúan en la
Universidad y, con toga y birrete, se hacen la foto de la promoción”.
Es delirante, pero lo peor es que conozco gente que mataría por estar en una de esas fotos.
Mientras, otra noticia de Educación;
“La Junta
mantendrá los libros gratuitos y los ordenadores”. Que ahorren
otros.
Foto de hoy de mi plaza, preparándose
para el día de la Moda Pureta, y me voy.
Hasta mañana.
Pepeprado
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