Sí. Este “arreglo” que las radios y televisiones siguen llamando “restauración” de
doña Cecilia, entronca de forma directa con el trabajito del electricista don
Manuel Fdez. Castiñeira, cuando, al más puro estilo alcalde de pueblo
sevillano, “requisó” el Códice. Ambas acciones son del más puro estilo hispánico-chapucero,
y ambas han servido para que la ciudadanía hipócrita se lleve las manos a la
cabeza.
Vale,
todos los media flotan entre el cachondeo, la vergüenza y la indignación, pero…
en realidad lo que han hecho doña Cecilia con su valiente ignorancia, y don
Manuel con su particular sentido del reparto de bienes, es solo la constatación
y la magnificación de algo que todos sabemos pasa todos los días. Vamos a ver, todos estos que se están llevando
las manos a la cabeza por la aguerrida intervención a que han sometido a ese
humilde Ecce Homo, son los mismos impertérritos hermanos de cualquier cofradía,
que dejan que un fulanito o fulanita, que es “muy apañáo o apañá, de la propia cofradía
o incluso, sólo amiguete de alguien cercano a los circulillos del poder de esta,
meta mano a enseres, imágenes y cualquier trozo del patrimonio histórico artístico.
Eso sí, antes, se acostumbra a llamar a un restaurador o restauradora de los de
verdad, para que dictamine y diga los daños que tiene, por ejemplo, una imagen,
pero cuando este o esta profesional, les dice cuantas horas necesita emplear y
cuanto les puede costar, bufan y vuelven sus ojos hacia el aficionadete con
buena voluntad y nulos conocimientos. Muchas veces, así, en silencio y sin
llamar la atención, hay que volver a llamar al profesional para que arregle la
pretendida “restauración” amateur. Claro esto no sale en los periódicos, que
para eso son amiguetes, pero de esto, muestras todas las que se quieran. Sólo
como ejemplo; una imagen restaurada a fondo y dejada perfecta por una profesional,
cuando esta la volvió a ver, tan solo un año más tarde, tenía unos rabos de
ojos y unos arreglos de maquillaje que la ponían más cercana a Marifé de Triana
que a una imagen de culto. Todo era porque a los y las adictos, les pareciá que
estaba “poco arreglada”. Como este ejemplo, los que se quieran.
La
parte calixtina del asunto es mejor dejarla. Todos sabemos la cantidad de
¿hermanos y hermanas? que tienen en sus casas elementos que pertenecen a “su” cofradía
y que ellos y ellas opinan están mejor en su casa, “mejor guardados y cuidados”.
¡Ole!
Así
que menos lamentos y menos echarse las manos a la cabeza. En vez de
horrorizarse por estos dos ejemplos de ardor patrimonial e histórico, es mejor
dejarlo para el día a día y dejarse de hipocresías y llantos de cocodrilo. Esto
vale para todos, Ministros de Cultura, Consejeros de Ídem, Concejales de lo
mismo, Hermanos Mayores y Menores y, como se decía antes, público en general.
Por
lo demás, el Estado sigue interesándose por la salud de enfermos imaginarios,
ya que al vasco matarife se le une ahora el jerezano guerrillero, así va
pasando el verano, y en eso que llaman “la Comisión”, todos siguen diciendo que
ellos pasaban por allí.
De
hecho la aportación más importante a nuestro mundo, ha sido la declaración de
algunos, que son nada menos qué, diversos
expertos en Microbiología, Gastroenterología y Patología de
diferentes universidades estadounidense, que se han descolgado diciendo que es
posible que los antibióticos produzcan obesidad. A
estas alturas, hay que escoger entre la gripe o estar gordo.
La
foto, de mi plaza de hace un rato, recobrando su ¿normalidad?
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