Es
casi natural, ahora, al rebufo de lo sucedido en Madrid, todos los media, se
dedican a poner estadísticas negras, presentar sus estudiosos “tremendamente
documentados”, y peritos de toda jaez, expertos de temas profundos, que se
dedican a buscar a un culpable así, de postín, a quién echar los muertos a la
cara y poder defenestrar públicamente para consumo de tertulias y saraos. Ya,
incluso en Málaga se ha sabido, creo que por primera vez en titulares, que “hubo 14 heridos y 10 detenidos por agresiones”.
Bueno, esos son los que han pasado por un botiquín “oficial”.
Naturalmente
estos sesudos estudios van predeterminados por las ganas que se tengan de
cargar los muertos a alguien o a algún estamento determinado. Aquí hay dos
candidatos. Uno es el ayuntamiento de Madrid, al que sus contrarios políticos
quieren echar las culpas de esto y de la muerte de Manolete. El otro culpable
es la empresa ¿responsable? del evento. Dicen que esta última dijo a los munícipes
que la fiesta era de 7.000, después ha dicho que fueron 9.500, etc... Muy bien,
ya saldrán cosas y veremos… ¡o no!, que esa es otra. Estamos acostumbrados a
que estas investigaciones empiecen muy fuerte, después, como la gaseosa, vayan perdiendo
fuerza.
Claro
que para esos juicios de valor, se llevan a unos jóvenes impecables, arregladitos
y titulados en algo, qué, por ejemplo, muy responsablemente, se quejan de que “no les registraron las bolsas al entrar”.
A esto, ninguno de esos linces de la comunicación se les ocurre preguntarles; ¿qué
bolsas?. Que yo recuerde, cuando yo iba a fiestas de mi época, iba con las
manos en los bolsillos para tenerlas libres para lo que se presentara. Ahora,
van con mochilas, petardos, bengalas, navajas y cualquier cosa que sirva para
jorobar al prójimo y todos lo ven normal.
En
una emisora andaban poniendo a parir a “un
camarero que estaba intentando reanimar a una de las fallecidas y lo hacía mal”.
Vaya, hombre, ahora para ser camarero hace falta el título de doctor en
Medicina.
Todo
esto, es, pura y simplemente tapar la realidad; culpables somos todos como
sociedad por consentir esto. Por aceptar que niñas de trece o catorce años estén
toda la noche en eso que llaman macro botellones; por permitir que recintos
deportivos, cuyas medidas de seguridad están concebidas par eso, para eventos
deportivos, con la gente en las gradas y los deportistas en medio, se alquilen
para fiestorros descontrolados.
Tampoco
nadie se para a preguntar, si es bastante con “alquilar” a equis numero de
seguratas, que llegan al local una hora antes y son encargados, sin conocer a
fondo el local, ni tener ni idea de sus posibilidades de actuación en caso de
emergencia, de “mantener el orden”… ¿Qué orden? ¿Qué nadie lleve su propio botellón
para que el gasto se haga en casa? Porque no me digan que de verdad le llaman
la atención al que está emporrado, o ponen en la calle al que está cebollón de
güisqui de botellón. ¡Anda ya!
Están
allí, para que se consuma más y, simplemente, para dar apariencia de formalidad
a algo que es un desatino, y porque es obligatorio estar.
Por
eso somos culpables, por admitir una sociedad y unos dirigentes que están ahora
más preocupados por andar por twitter liándola porque “una concejal usó la palabra «maricón»”. O aceptar que IU, que ahora son los
que mandan, vayan ya diciendo que “ve
difícil pedir a Chaves o a Griñán responsabilidades”.
Con estos dirigentes y estos dirigidos, nosotros, que los
consentimos y mantenemos, cualquier cosa que nos pase es casi normal.
Por cierto, a la señora Aminatou Haidar la agredió la Policía
marroquí. Que se sepa, ni el señor Garzón desde su bien remunerado puesto europeo,
ni ninguno de los Bardem, o de los que protestaban cuando estaba en un
aeropuerto español, ha protestado por esto.
Me voy. Hasta mañana.
Pepeprado
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