En
principio intentaba olvidarme de eso del Jalogüín de las yanquis narices, y centrarme
en mi asistencia ayer a algo más tradicional; ver el Tenorio en el teatro
Alameda. Hecha por aficionados y con un encomiable objetivo, recaudar fondos
para ayudar a los que lo necesitan, se merecía un comentario. Pero no puede ser.
Cuando
he echado un vistazo a los periódicos, he visto la noticia de las jóvenes muertas
y heridas en Madrid, en una de esas macro fiestas a las que no consigo
encontrar el chiste, y se me ha apagado el buen humor.
Es
una barbaridad, pero no me extraña lo que ha pasado. A mí mismo, cuando los
amigos con los que habíamos estado en el teatro, quisimos entrar en un bar del
centro, a tomar una copa, me volví una vez dentro, porque vi que aquello era
una ratonera, y que cualquier cosas que pasara allí, podía acabar como el
rosario de la aurora.
Hemos
sustituido nuestra antigua fiesta de Santos y Difuntos, por este engendro
extraño en el que te encuentras por la calle a gente disfrazada de las cosas
más peregrinas y sin ningún tipo de conexión con la presunta fiesta, y así nos
va.
Estos
jóvenes que con la fe del neo converso a eso que llaman ¿cultura? de las modas
foráneas, olvidan cualquier tipo de relación de lo presuntamente festejado,
(antes a los muertos los recordábamos, ahora estos los festejan), se visten con
cualquier cosa que se les ocurra, en una especie de carnaval descafeinado en el
que no hay que poner ni ingenio ni trabajo y ya está. Anoche llegué a ver, incluso,
a varios jovenzuelos que iban disfrazados de… soldados en traja de campaña. No debería
extrañarme, si no fuera porque estoy seguro que estos mozos, son los mismos que
van a todas las pseudo manifas antibelicistas y despotrican de una mili que
nunca conocieron, siempre a costa de la pasta de unas padres que sí “perdieron”
su tiempo en esa mili, pero a los que después les dio tiempo a currar y cotizar
para poder mantenerlos.
Parece
que la celebración tiene una cara positiva, al menos eso dicen de Málaga, la salida
por unas horas de la crisis, a base de vender esos disfraces extraños y
organizar esos eventos en los que el peligro de pasar de celebrar a los muertos
a convertirse en uno de ellos, es algo notable.
En
fin, que ya Jalogüín tiene sus muertos correspondientes para celebrarlos. Ahora
viene lo de siempre, buscar a un culpable, al que sea, preferiblemente de la clase
menor dirigente, para que el asunto quede “aseado” y punto.
Ante
todo esto, que a don Arturo le deje perplejo que le hayan vetado su video, o
que se vaya a Rusia a ondear la bandera de las barras y la estrella (curiosa
afinidad con otra, al definirla así); que en Málaga descubran que uno solo de
los médicos trincones llegara a prescribir más de 100.000 euros en recetas, o
que se quiera poner ya una Universidad en cada pueblo y pedanía, se ve fútil y
baladí. Es incluso aburrido. Tras años colándonos rollos y metiendo mano en la
caja, ya estas cosas ni sorprenden. Lo importante es eso; Jalogüín y sus muertos.
Lo demás es humo.
Quizás
por eso, han perdido tiempo y dinero en mostrar esta genialidad; “Los fumadores
faltan más al trabajo”.
¡Menos mal! Ya estamos encontrando las raíces de los
problemas mundiales.
Hasta mañana.
Pepeprado
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