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lunes, 5 de noviembre de 2012

Nunca es tarde

Tengo ya unos añitos, no los oculto, intento llevarlos con dignidad, pero sé que los tengo, y debo decir que durante todos los que llevo en este mundo, al que a veces se puede llamar valle de lagrimas y algunas, muy pocas, paraíso terrenal, sólo ha habido una cosa que ha permanecido inalterable en mí; mi curiosidad y deseo de aprender cosas nuevas.
Naturalmente, cuando hablo de curiosidad no me refiero a cotilleo, a las veces que alguna de esas pretendidas “comunicadoras sociales, se han encamado con el torero o futbolista de moda, eso me la trae floja (perdón por el termino, pero es que al hablar de esas gentes, te pones en situación lumpen aún sin quererlo); tampoco me importa saber si los abductores del ídolo están sobrecargados mientras su cuenta corriente engorda, esas cosas me parecen irrelevantes cuando no vergonzosas.
Lo de aprender lo hago a diario, es la razón de que sepa algunas de esas cosas raras que dejan perplejos a mis familiares, amigos y conocidos (y eso que me callo muchas por no parecer pedante). No, mi ansia de saber es por ampliar conocimientos y las más de las veces, por saber el porqué de las cosas. Ahora mismo hay un canal de tv de esos raros que yo veo, que tienen una serie que se llama algo así a “Cómo se hace…”, que me parece genial, porque cosas cotidianas, que usamos todos los días, no tenemos ni idea de la cantidad de manipulación que necesitan hasta llegar a nuestras pecadoras manos. Su único problema es que es una serie yanqui, y claro, ellos  (están en su derecho) arriman el ascua a su sardina, y a veces las cosas que te enseñan se refieren a cosas que tú no ves por estos lares ni en pintura. Consecuentemente nunca te van a enseñar el trabajo que cuesta hacer un botijo, búcaro o pipo adecuadamente. En fin, algo es algo, te enteras como hacen las zapatillas de deportes con colores, como empaquetan pavos para el Thanksgiving Day, o cómo hacen esquíes de polímeros raros.
Todo este largo y quizás engorroso preámbulo viene a qué, aunque he leído mucho sobre historia, estoy abierto a todas las teorías e interpretaciones, entre otras cosas, porque creo que don Enrique Jardiel Poncela algo de razón llevaba cuando dijo que, “la Historia es la mentira encuadernada”, por lo que todo se debe mirar con un moderado escepticismo, pero, ¡ay!, a estas alturas, todavía encuentro cosas relativas a eso, a la Historia con mayúsculas, que me dejan patidifuso.
Lo que me ha provocado este principio de catalepsia (del griego katálipsis: "suspender") es un trastorno repentino en el sistema nervioso caracterizado por la pérdida momentánea de la movilidad (voluntaria e involuntaria) y de la sensibilidad del cuerpo) [poner esto, es para que se vea lo radical de mi impresión], y es que ha echado por tierra años de humanidades aparentemente, por mí, mal empleados.  Ha tirado por tierra enseñanzas del padre Llordén, horas de lectura, e inversión en libros y revistas especializadas.
¿Qué ha provocado este cataclismo mental? Una dirección que he conocido gracias a mi amigo Enrique N. Voy a ser malo, no lo voy a revelar aquí, prefiero que seáis vosotros mismos los que buceéis en la inmensidad del mar del conocimiento y disfrutéis de las bondades de la neo ilustración. Entrad en este enlace, y pasmaos.
Me lo vais a agradecer, vuestra mente se expandirá, vuestros conocimientos embeberán esta perla de sabiduría. Nunca es tarde para aprender, demuestra que muchas veces lo que dijo otro ilustre, el poeta Paul  Valery, llevaba razón; “Lo más profundo que hay en el hombre es la piel”.
Hasta mañana.
Pepeprado

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