Este finde ha estado saliendo en la tele
las manifas de Moscú por la muerte del opositor. Así a primera vista, otra
manifestación más de las muchas que hay por doquier. Pero… a mí hay una cosa
que me llamó la atención. Había centenares de banderas, pero, curiosamente, todas
de Rusia, ninguna de la extinta Unión Soviética. Por lo visto, todas la de la
hoz y el martillo se han quedado en España, allí no les queda ninguna. Si no,
véase cualquier manifa española por el motivo que sea, por los asuntos médicos,
por leyes escolares, o por la crisis de la berenjena autóctona. En todas, lo único
que no hay, son banderas españolas. Qué cosas, ¿no?
Otra cosa
del finde, es que el griego de oro se ha destapado echando la culpa de sus desgracias
a un contubernio entre portugueses y españoles. (¿De qué me suena a mí esto del
contubernio?).
Es muy tradicional esto de echarle la culpa
a otros de los patones que hemos metido. Don Tsipras y compañía calentaron al
personal prometiendo Jauja y ahora,
cuando ha llegado la realidad, buscan a ver a quién le cargan el muerto. Desgraciadamente
para ellos, se lo tienen que comer ellos, como nosotros nos hemos comido
nuestra crisis particular y los despilfarros de nuestros profetas.
Aquí, don Pedro, en otro de sus bandazos
mentales, ahora se quiere hacer fotos con los Castro Brothers. Mientras tiene
una actualizada, anda repartiendo una antigua. Anda por ahí de tour americano
para llenar el álbum.
Entretanto, doña Rosa ha soltado una frase parea enmarcar; “Ser español y patriota es revolucionario y
progresista”. Vale, pero si esta señora le quiere quitar el monopolio de la
progresía a los de siempre, va a alterar los equilibrios mentales de la peña.
Estas cosas se la debería pensar, el personal no está aclimatado para recibir verdades
sin anestesia.
En
los madriles a vueltas con el piso del todavía señor Ignacio González, que ya
tiene a policías en el guiso.
Naturalmente,
el de siempre a lo suyo, a desvariar. Don Arturete dice que Estaña es un “estado antipático e inhóspito”. Debe
haber leído esos dos adjetivos en algún cómic y estaba loco por emplearlos en
algo. Son los problemas de leer sin comprender.
Ahora,
atentos al peligro que se nos avecina; el señor Sánchez Dragó ha escrito otro libro.
El
peligro está que una de sus fuentes es nada más y nada menos, que Roldán, aquel
sinvergüenza los primeros tiempos del felipísmo que se merendó hasta la pasta
de los huérfanos de la Guardia Civil. Para asegurar las ventas, dice va a revelar
lo que él llama “uno de los episodios más
ocultos de la Historia de España: el 23-F”. Con esto, se garantiza un mínimo
de lectores, esos que se tragan todo lo que les vuela a conspiración. Esos lo
compran todo. Listorros sí que son estos dos.
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