Ahora hablamos de ellos. Antes, un susto;
“han ejecutado a una joven siria sólo por criticar al EI en WhatsApp”. Si estos
me cogieran a mí, me hacían carne para albóndigas, porque yo no los critico,
simplemente los considero unos bestias.
Y otro susto, se nos ha ido al carallo, que
diría un gallego, la fe ciega que teníamos en los productos alemanes al enterarnos
que nada menos que Volkswagen la ha estado dando con
queso a los consumidores y a los gobiernos. Ya no nos queda nada en qué
confiar.
Ahora,
a lo del título, porque de la actualidad
nacional es mejor no hablar, simplemente decir que nos tienen hasta el moño con
tanta tontería interesada.
Y
esto es un tema aspérrimo, que es el superlativo de áspero, porque últimamente ese
hablar que destroza la lengua se está ya contagiando hasta a personas a las que
se les debía presumir un mínimo de educación lingüística.
Por
ejemplo, esta misma mañana escuché a un señor muy circunspecto que hablaba de
que algo era… “súper interesante”. Y es que desde hace tiempo, nada es
interesantísimo, peligrosísimo ni bellísimo. Todo es “súper interesante, súper peligroso y súper guapo”.
Para
nuestro propio descredito, todo aquello que estudiamos de los comparativos y
superlativos, con sus excepciones (¿os acordáis, de aquello del.
Bueno mejor óptimo/bonísimo
grande mayor máximo
malo peor pésimo
etc.. ) se ha quedado en nada.
Ahora en vez de los
grandes consejeros en Lengua y Literatura de otrora, los que marcan la pauta
son los jorgesjavieres, las belenes y las anitasgarciasobregones.
Ya ninguna mujer es
guapérrima, y no es ni siquiera guapísima, tiene que ser “súper guapa” para
salir en la tele. Así mismo, antes sus memorias las escribían Churchill, De Gaulle,
o literatos de alta gama, y lo hacían en el otoño o invierno de sus vidas, para
ilustrar hechos en los que habían estado involucrados y que nos habían afectado
al resto de los mortales. Ahora, las escriben personajillos que llevan en este mundo
cuatro ratos y que no han hecho nada que merezca la pena ser leído. Estas
últimas “memorias” son además bastante sospechosas, ya qué, generalmente al presunto
pendolista, se le ve el plumero cada vez que habla y le asoma el pelo de la
dehesa cuando intenta enhebrar dos frases seguidas.
Aún recuerdo hace
ya algunos años, cuando entrevistaban a Raúl, pelotero adorado por las masas,
que presentaba sus memorias, y al inquirirle el reportero sobre cuál era su, en
ese momento, actual lectura de cabecera, contestó, “ninguna, yo no leo casi
nada”. Es el misterio de esfinge, ¿cómo se puede escribir sin que previamente se
haya leído con una cierta intensidad… algo?
En eso estamos, y
quizás esa deriva a la ineptitud, esa credibilidad a los iletrados, sea la que nos
lleva a esta insensatez en que actualmente estamos inmersos. Pensémoslo.
Antes de irme, doña
Susana ha empezado su campaña personal. Se ha ido a Cataluña a despotricar contra…
don Pedro. Más claro agua.
Mañana hablaremos
de los debates sobre la feria de Málaga, que tienen su gracia… y de eso de que
los grupos municipales hayan rechazado bajarse el sueldo. ¡Pobres!
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