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martes, 22 de septiembre de 2015

Comparativos y Superlativos

Ahora hablamos de ellos. Antes, un susto; “han ejecutado a una joven siria sólo por criticar al EI en WhatsApp”. Si estos me cogieran a mí, me hacían carne para albóndigas, porque yo no los critico, simplemente los considero unos bestias.

Y otro susto, se nos ha ido al carallo, que diría un gallego, la fe ciega que teníamos en los productos alemanes al enterarnos que nada menos que Volkswagen la ha estado dando con queso a los consumidores y a los gobiernos. Ya no nos queda nada en qué confiar.
Ahora, a lo del título, porque de la  actualidad nacional es mejor no hablar, simplemente decir que nos tienen hasta el moño con tanta tontería interesada.
Y esto es un tema aspérrimo, que es el superlativo de áspero, porque últimamente ese hablar que destroza la lengua se está ya contagiando hasta a personas a las que se les debía presumir un mínimo de educación lingüística.
Por ejemplo, esta misma mañana escuché a un señor muy circunspecto que hablaba de que algo era… “súper interesante”. Y es que desde hace tiempo, nada es interesantísimo, peligrosísimo ni bellísimo. Todo es “súper interesante, súper peligroso y súper guapo”.
Para nuestro propio descredito, todo aquello que estudiamos de los comparativos y superlativos, con sus excepciones (¿os acordáis, de aquello del.
          Bueno           mejor           óptimo/bonísimo
grande         mayor                    máximo
malo            peor             pésimo etc.. ) se ha quedado en nada.
Ahora en vez de los grandes consejeros en Lengua y Literatura de otrora, los que marcan la pauta son los jorgesjavieres, las belenes y las anitasgarciasobregones.
Ya ninguna mujer es guapérrima, y no es ni siquiera guapísima, tiene que ser “súper guapa” para salir en la tele. Así mismo, antes sus memorias las escribían Churchill, De Gaulle, o literatos de alta gama, y lo hacían en el otoño o invierno de sus vidas, para ilustrar hechos en los que habían estado involucrados y que nos habían afectado al resto de los mortales. Ahora, las escriben personajillos que llevan en este mundo cuatro ratos y que no han hecho nada que merezca la pena ser leído. Estas últimas “memorias” son además bastante sospechosas, ya qué, generalmente al presunto pendolista, se le ve el plumero cada vez que habla y le asoma el pelo de la dehesa cuando intenta enhebrar dos frases seguidas.
Aún recuerdo hace ya algunos años, cuando entrevistaban a Raúl, pelotero adorado por las masas, que presentaba sus memorias, y al inquirirle el reportero sobre cuál era su, en ese momento, actual lectura de cabecera, contestó, “ninguna, yo no leo casi nada”. Es el misterio de esfinge, ¿cómo se puede escribir sin que previamente se haya leído con una cierta intensidad… algo?
En eso estamos, y quizás esa deriva a la ineptitud, esa credibilidad a los iletrados, sea la que nos lleva a esta insensatez en que actualmente estamos inmersos. Pensémoslo.
Antes de irme, doña Susana ha empezado su campaña personal. Se ha ido a Cataluña a despotricar contra… don Pedro. Más claro agua.
Mañana hablaremos de los debates sobre la feria de Málaga, que tienen su gracia… y de eso de que los grupos municipales hayan rechazado bajarse el sueldo. ¡Pobres!

Hasta mañana


Pepeprado

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