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viernes, 4 de abril de 2008

La banca, el Florido Pensil y la Poesía

Es curioso, pero hay una diferenciación semántica respecto a los bancos que me ha hecho recordar el libro de don Andrés Sopeña. En él, el autor nos decía que finalmente había descubierto cual era la diferencia entre moros y árabes en los textos de nuestra niñez, distinción que por cierto ha perdurado. Era algo así; moros, los que mataba el Guerrero del Antifaz antes de que lo hirieran en el hombro, y árabes, los que traían pasta a Marbella. Resumiendo, en términos de transporte actualizado; unos venían en pateras y los otros en jets privados. Pues algo así pasa con los almacenes del dinero; hay veces que se habla de “los bancos” y otras veces se habla de “la banca”. Aunque ya he abandonado –venturosamente- el tradicional footing bancario para comenzar las mañanas y mi relación con los bancos es más lejana y menos procelosa, me interesó la discrepancia lingüística. Tras dedicarle tiempo a pensar en ello (un despilfarro intelectual), me parece haber descubierto el intríngulis semántico-festivo del asunto. Los bancos; se les llama así cuando se va a ellos a pedir dineros, porque te van a embargar o simplemente te amargan el día. La banca; así en impersonal, es cuando se habla del dinero que ha ganado, como si le hubiera caído del cielo y no como producto de esquilmar a la ciudadanía necesitada y habérselo sacado a los currantes de a pie, ni se hable del hecho de llevárselo así, calentito, sin aplicárselo a nadie en particular. Con eso, despachado el problema de lenguaje, con solo una aclaración informativa puntual -de hoy mismo-;La banca esquiva la crisis”. Noticia en la que se dice (textualmente) lo siguiente;“La recesión financiera internacional no afectó en 2007 a los grupos bancarios que operan en España, que ganaron en total 18.877 millones, casi un 20% más”. Es decir, que eso de que todos somos iguales no vale, las crisis son solo para unos muchos, para unos pocos, las crisis tiene otro nombre, se las llama “bendiciones divinas”. No somos iguales, a mi, a la hora del reparto, me gustaría ser “grupo bancario”.

Aparte de estas cosillas, habrá que dejar escapar una pequeña –muy pequeña- lagrima por algo que nació no hace tanto y que parece que ya tiene caducidad inmediata en su estadía entre nosotros;El tradicional código de barras tiene los días contados”. Hasta a estas cosillas domestico tecnológicas les vas tomando cariño a fuer de verlas, es un pequeño y desfasado derrame sentimental. Pero lo más definitorio de esta sociedad del consumo y de la acaparación, es el asunto de la preñez inconexa; El hombre embarazado revela que su mujer lo inseminó en casa. Este espécimen extraño de habitante entre los humanos, encarna a la perfección la filosofía del momento: Simplemente lo queremos todo. Este fulanito/a quiere ser hombre y mujer; tener niños y hacerlos; tocar el arpa y levantar pesas, en fin lo de ahora; lo quiere todo. Por eso el estado general de nuestra sociedad –sobretodo entre los jóvenes- es de insatisfacción permanente, porque hay una cosa que está clara, no se puede tener todo, hay que saber conformarse.

Como el tiempo y las cosas que han ido pasando por mi lomo me han ido enseñando lo que de verdad es importante, he conseguido aprender algunas cosas: Entre ellas, que una de esas importantes, es la de disfrutar de las cosas buenas. Por eso ayer, en el salón de Unicaja disfruté de la poesía leída por sus dos autores y por el presentador, otro poeta. Este acto, al no llevar adjunto canapés ni copas, fue doméstico, íntimo, reservado, mas una tertulia de amigos poco conocidos entre sí pero con las mismas aficiones que un acto “solemne” y multitudinario. Por lo bien que lo pasé, y para agradecérselo a ellos, menciono a los intervinientes; Antonio Hernández, Rosa Romojaro, y el autor-presentador, José García Pérez. Omito sus títulos, que son muchos y por la cercanía demostrada -y en contra de mi costumbre- les eximo del don/doña, ya que aquí el respeto está demostrado. En el acto éramos pocos, pero los que estábamos, éramos. No es fácil conjugar a la vez los verbos ser y estar, y para los ponentes o mejor lectores, debe de ser un motivo de satisfacción haberlo conseguido. Los que disfrutamos de sus lecturas lo hicimos por ellas, por sus lecturas, no por ninguna delicatessen o foto en el periódico. Mi humilde y particular enhorabuena. Sigo pensando que el hecho de que mentes claras dediquen tiempo a eso tan poco valorado económicamente como es escribir poesía, tiene un valor demostrado y una valentía casi suicida. Adelante, el mundo necesita héroes.

Hasta mañana. Pepeprado

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