Ayer tarde salimos de Agadir, y parece mentira, pero estos dos días ¡sólo dos!, me han dejado hartito de discutir con el hermano musulmán. Todo hay que discutirlo, regatearlo y aguantar que al final siempre intenten hacer lo que les sale de los cataplines. Entonces te pones borde y es cuando se vienen a buenas, pero todo estro es muy cansado. La cosa de ponerse serio fue tanta, que un taxista nos dijo que no parecíamos españoles, que no hablábamos a voces, ni contábamos chistes, ni discutíamos de fútbol. Me emociona saber que ese no es mi perfil, algo es algo, me siento más reconfortado al saber que no soy (somos) típicos.
La travesía fué movidita pero lo malo es que hora mismo al salir de Lanzarote han avisado de que esto se va a mover cantidad de la buena. Creo que todos hemos hecho la misma cuenta; si ayer que esto estuvo “alegre” no dijeron nada, hoy que nos están avisando incluso de que no se salga a las zonas abiertas, la cosa va a ser movidita. La verdad es que nada más abandonar la bahía, ya ha empezado esto a bailar. Veremos como terminamos. Por lo demás todo bien. Recife es una ciudad pequeñita y encantadora con gente amable y pacífica.
Hemos echado un rato muy guay y sobre todo tranquilos, sin tener que discutir con taxistas y tenderos, lo que te hace la vida más relajada.
Pondré tres fotitos; una de ayer, puritamente gustativa, otra de la monstrusosidad de barco en que vamos, y finalmente una de Recife, de su Museo del Vino, que siempre es algo que se merece un respeto (el vino, claro). Lo dejo y ya veremos que pasa esta tarde-noche. Por si acaso, me tomaré un Gt, para que me pille preparado.
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