Dejemos aparte al
señor Blanco que es una fuente inagotable de sospechas de guarrerías sociales;
ahora ya se habla “algo” de la desvergüenza de Villa PSOE, y ya se dice en voz
alta, que además de todas las irregularidades del bloquecito que se hicieron en
la ría, le aflojaron así por las buenas, otros 28 millones de subvención a
fondo perdido al amable constructor del bloque donde, ¡oh, casualidad!,
naturalmente, don Pepiño se hizo con el mejor ático.
Pero eso,
dejémoslo aparte. El mundo sigue girando, el Gobierno sigue con la reforma que
trae a mal traer a los sindicatos. Estos, los sindicatos, se tendrían que
preguntar el porqué de su propia mala fama, a lo mejor así les daba por ser más
obreros y más sociales.
Por ahí fuera, la
noticia más llamativa, ha sido la muerte de Whitney Houston. De todas las
formas de redondear la noticia, la que más me ha llamado la atención ha sido la
que dijo que según la opinión pública americana, de todos los tóxicos que esta
pobre mujer se había enchufado, el más tóxico de todo ha sido su marido. Cómo
será el rapero este.
Aunque a mí me ha
llamado más la atención la noticia que en Pakistán, su Tribunal Supremo, va a
procesar a su primer ministro por desacato. Viendo la que se ha liado aquí por
lo del juez que se pasaba las normas por ahí, es inimaginable la que liarian
algunos si le pidieran responsabilidades a don Joseluis, por los desastres, las
subvenciones, y los dispendios que ha tenido a bien repartir.
Sí es para
pararse a pensar, saber que en Sevilla ha nacido otro de esos que llaman
bebés-medicamento, es decir que ya nacen expresamente para servir de medicina
viva a un hermano. El asunto es tan terrible que a mí me da hasta susto pensar
en ello. Si la ayuda no menoscaba la salud del neonato, bien, pero si su ayuda
es a base de quitarle medula o cosas así por procedimientos dolorosos, es cómo
mínimo, cuestionable. Condenar a alguien, antes de nacer, a ser un banco de
pruebas para algo, me asusta. No soy tan listo como para saber qué es lo que
hay que hacer para hacerlo bien.
Lo que si me
encantaría es que alguien me explicara es por qué hay que gastar tantas
consideraciones con algunos chorizos y con otros, vale todo. Si el presunto
mangante o estafador es alguien de sonoro apellido, todos, incluyendo las
grandes editoriales, e incluso yo, lo llamamos por su nombre y apellidos, y se
airean todos sus actos, pero cuando es un manilargo, fullero o salteador, de
los de infantería, sin pedigrí, las redacciones se vuelven exquisitas. Ahora
por ejemplo, han detenido a dos hermanos que atracaban bancos a mano armada
inmediatamente después de salir de la cárcel por estos mismos motivos, y en
todos los periódicos, solo ponen, pudorosamente, las iniciales. Que me
expliquen por qué no podemos saber con quien nos las estamos jugando, porque si
cerca mía hay un bandido de estos, o un pederasta reincidente, creo que tengo derecho
a saberlo, para tomar mis propias medidas profilácticas. A ver si me lo
explican.
Hasta mañana.
Pepeprado
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