No me voy a referir a ese martillazo a la moral que nos han dado con eso del cuadre de cuentas del año pasado, que es la confirmación, ya fehaciente, de que el ínclito don Rodríguez nos contó y cantó milongas hasta el último momento.
De esto, lo único que nos deja, al menos a mí, es un total acoxone, sobre si alguna vez nos enteramos de las cuentas de la Cortijá de los últimos veinte años. Con la de cuchipandas que se han montado entre ellos, la de cargos que se han inventado, y la de despilfarros que hemos visto, y seguimos viendo, el día que alguien pueda, de verdad, ver las cuentas reales, nos puede dar un patatús.
Pero no, lo sorprendente viene por un hallazgo léxico de ayer mismo.
Estoy acostumbrado a las patadas al diccionario del personal tertuliano; veo en parte casi normal, los desvaríos en la rotulación de artículos coreanos o de sus inmediaciones, e incluso la rotulación tabernaria y hostelera también se presta a muchas novedades, ya a que a estos menesteres se dedican gente de todos los países, y los de este, no son los más ilustrados los que sean legión, pero… es que la de ayer la encontré en el mismísimo periódico SUR, de manos de la esclarecida pluma de un crítico de cine de la publicación de rimbombante y también difícil nombre; don Antón Merikaetxeberria, que también difícil de encajar. .
Confieso, que mi sorpresa es tal, que estoy dispuesto a aceptar la frase si alguien me informa de que este giro literario es común en alguna parte del universo mundo y por eso lo emplea el plumilla.
No espero más y comparto el hallazgo. En la sección de televisión y en la crítica a determinada película que se iba a poner ayer en alguna cadena, terminaba, tras el penúltimo punto y seguido, con esta críptica sentencia; “Tremendos estallidos de violencia percutante”.
Puedo prometer y prometo que buscando incluso en una apartado de diccionario criollo argentino, no he encontrado la aventurera palabreja. La busqué con empeño, pero nasty de plasty, esta no aparece por ninguna parte, y lo que es peor, estando como estamos en un mundo de violencia, quedarme sin saber la diferencia entre la percutante y la violencia a secas, es decir a lo bestia, me dejó preocupado.
Esperemos que alguna esclarecida mente de esas que pululan en tele5, A3, o similares, se adentre en los vericuetos mentales del léxico de este señor, en quien pongo todos mis respetos, y nos lo aclare a todos. Mientras tanto, no queda más que esperar a eso, a que nos ilustren y así podamos distinguir si alguno de los animales que salen en nuestros telediarios, son reos de violencia percutante o solo violentos de los de andar por casa, vamos, de los de toda la vida.
Hasta mañana.
Pepeprado
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