La prima y su puñetera
madre siguen a lo suyo, a tenernos con el alma en vilo, pero… no pasa nada. El
país ha entrado en éxtasis mayestático; le hemos ganado a Irlanda, máxima
potencia futbolística donde las haya y, naturalmente, don Vicente vuelve a ser
un semidiós, el niño de los brazos de cargador de muelle de los antiguos vuelve
a ser maravilloso y para colmo de felicidad, ya nos da lo mismo un nueve que un
falso nueve, los dos meten goles. ¿Qué más puede pedir el país?
Ahora ya, lo que digan
los de la troika, lo que espete doña Anguelita o lo que sibilinamente insinúe
don Almunia para malmeter, ha dejado de tener esa malévola importancia que tenía
ayer. Hoy estamos en ese Nirvana generalizado en que los media sitúan al país
con solo haber acertado un día.
Hoy, don Vicente está
a la altura de Hércules, Zeus e incluso del mismo Apolo en su personal
presencia, y ya ayer, oí en algunos que hace dos días despotricaban de él (oí
incluso a un orate que pedía quitar a los tres delanteros centro y traer
a…Raúl, sí, a ese con el que lo ganábamos todo) loas sin cuento y alegaban con
toda su jeta, que ellos nunca habían dudado de este hombre iluminado, de su
pesquis para elegir y de su buen hacer
para todo, incluida la elaboración de una paella.
Claro que hay que
esperar a Croacia, a la que ya, por si acaso, están poniendo a la altura del
Brasil de Pelé o de la Holanda de don Johan, y cómo a estos eslavos revoltosos
se les ocurra darnos la lata volveremos a lo de siempre, a penar y a buscar un
culpable facilón.
En lo personal, ya
ayer mismo, a poco de terminar, tenía a la corte de gritones que acostumbra a
irse a vociferar a la Plaza. Si ellos son felices, por mí no hay inconveniente,
las gargantas son suyas y las resacas les entran a ellos y ellas al día siguiente,
pero claro, siempre que respeten el mobiliario urbano, ese cuya conservación
pagamos entre todos.
En fin, voy a dejar
esto, estoy fuera de mi entorno habitual y ahora mismo trabajando sin red
(suena circense), así que tendré que copiar estas reflexiones y buscar donde
engancharme para colgarlas.
Mañana será otro día,
pero aquí, hasta el lunes que juegue otra vez eso que antes era la Selección
Nacional, no hay nada que rascar.
Hasta la vista
Pepeprado
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