Ya estamos algo
más organizados. Ayer tarde-noche, echamos el rato aquí en Logroño y lo pasamos
bien de verdad. Esta es una ciudad eminentemente amable, donde se puede pasear,
no te dan la vara perroflautas ni asimilados, donde hay tiendas de pequeñas
empresas artesanales, muy variadas y donde se puede comprar de todo, sin
necesidad de recurrir a las consabidas cadenas multinacionales ni franquicias
universales, donde todo está estabulado y que son iguales en cualquier lugar. Hay
variedad, hay alegría y hay limpieza y hay… buen olor. Ese olor nauseabundo que
inunda mi Málaga, que te acompaña desde junto al río hasta el largo de calle
Carreterías y que flota en la mismísima plaza de la Constitución, aquí no
existe, aquí la ciudad huele a ciudad, a flores donde las hay y a buena comida
cuando te metes en el centro de las calles de tapas.
De las tapas… ufff...,
para echarse a llorar. Entregas el ramo, porque si en un barete son buenas, en
el siguiente son mejores, y en el otro aún más buenas. Y encima, a precios razonables.
¿Qué más se puede pedir?
Bueno cómo hay que
seguir en la brecha, pongo unas fotitos, mezclando románico con un ático0
apetecible y con cartelería sorprendente para que haya de todo y para
justificarme. Tras una vuelta por la ciudad, saldremos para Haro y a dormir a
Santo Domingo de las Calzada… un sufrir, vamos.
Hasta la vista
Pepeprado
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