Si con la que está cayendo, la prima de nuestras penas en
plan estratosférica, los bonos esos en porcentajes que dicen los expertos (parece
que los hay) en términos intratables, los jueces retozando en el fangal de sus
miserias personales, y los políticos cada uno a su bola, repito, si ayer, el árbitro
no llega a ser misericordioso y no nos hubiera dejado meter ese gol en fuera de
juego, hoy el país habría entrado en quiebra técnica.
Menos mal, que en ese último momento, cuando el país se atragantaba
con sus cataplines atascados en la garganta, sucedió el milagro, toda España
respiró y los adictos pudieron volver a hablar de la Roja. Todo olvidado pues.
Previamente el Rey había hecho el mejor regate de la
temporada yéndose a un oportuno entierro y dejando el velatorio patrio a don
Felipe. Reconozcamos que esta venganza por mano interpuesta del Súper Ex-Juez
de algo ha servido. Nos ha servido para enterarnos que los elegidos tienen una legislación
propia que les permite hacer de su toga un sayo e irse de cuchipanda a cargo
del presupuesto cuando les apetezca sin quebrantar esa ley que dicen defender.
Si además, se consiguiera que algo cambiara y las energías de sus señorías se
dedicaran íntegramente a despachar asuntos, es posible que los autos judiciales
no se eternizaran y duraran décadas. Pero, eso es demasiado pedir.
Al hablar de esto, de la venganza del Justiciero Implacable
Contra Algunos, ya se ha visto por dónde van los tiros (nunca mejor dicho). La
portavoz cara al público, es su hija, que ya anda haciendo bolos y para empezar
ha firmado un libro que ha llamado “Suprema Justicia”, que seguro que es
totalmente imparcial y ecléctico. A ver qué gabardina pone sobre la mesa.
En
vista de lo anodino del panorama nacional, que está continuamente en trance
pero aburrido (la tensión continuada puede derivar en hastío y resignación), me
he ido a buscar noticias “importantes”.
He
encontrado una. Una gallina colombiana, que para mayor conocimiento se llama
Franciscana, ha puesto, no un huevo, sino, un huevón, o cómo diría alguna de
esas chicas que salen en la tele todos los días; ¡un súper mega huevo, oyes!
El
asunto ha ocurrido en una finca de Altamira de San Francisco de Sales (copio el
nombre porque me parece precioso), y el ejemplar ovoide ha pesado 245 gramos,
que para entendernos es casi un cuarto de kilo. Imagino que Franciscana las
habrá pasado canutas para dar al mundo semejante ejemplar, pero su dueño está
más feliz que unas pascuas, porque hasta ahora todo lo que le había pasado era
malo, hasta lo habían “desplazado” de su casa en el otro extremo del país por necesidades
guerrilleras y contra guerrilleras. Ahora al menos, podrá aspirar a entrar en
el Libro de las Gilipolleces… o no, porque para que se vea cómo funciona la
sociedad, en la noticia se dan todo tipo de
detalles de la gallina, que para que lo sepan los entendidos es criolla
(yo de esto estoy perdido), pero ni se menciona el nombre del “padre” de la
criatura. ¡Qué cosas!
Hasta mañana.
Pepeprado
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