En
las pelis antiguas, era muy común el recurso a las arenas movedizas para que
el héroe (entonces en las pelis había
héroes, no matarifes), pudiera lucirse, bien salvándose él, o bien salvando al
guayabo de turno, que por cierto, salía del cenagal tan compuesta como si fuera
a una fiesta de la jet de entonces, donde había que ir bien vestida y
maquillada.
La
cosa quedaba resultona, y la imagen de unas arenas movedizas pasó al lenguaje
popular como reflejo de terrenos peligrosos en cualquier campo, ya fuera
terrenal o político.
Aquí
y ahora, como somos tan particulares que nos gusta llevar la contraria hasta a
nosotros mismos, en vez de seguir esa línea de lo movedizo, tiramos para otra
tradición. La que instituyó de forma definitiva don Daniel Defoe cuando, tras
saber de las aventuras de don Alexander Selkirk, las noveló en su Robinson
Crusoe. Aunque ahora el tal Robinson sea políticamente incorrecto porque al
pobre Viernes lo hizo esclavo y no lo llevó a la notaría para hacerlo socio, no
importa, tiramos más hacia el modelo superviviente que al de desaparecido en
cenagales.
Todo
viene a cuento de lo que hoy es el tema de todas las emisoras, periódicos y
tertulias, la remodelación, o mejor la presunta remodelación, que hacen los
partidos en general y actualmente don Mariano y sus peperos en particular, especialmente
cuando les han dado de hostias en unas elecciones.
Todos
se enzarzan en elucubraciones sobre porcentajes de poder, en esto, cada cual
tiene sus gustos y como opinar es gratis, lanza sus ideas.
A
mí, particularmente lo que me llama la atención, teñida de admiración, es
la capacidad de supervivencia de un
personaje, don Arenas, Javier por más señas, que sale indemne, impoluto y con
cara de aquí no pasa nada, de cualquier cataclismo, A este, las crisis y los
líos le resbalan, estoy seguro que si lo hubieran metido en la bodega del
Titanic, este habría sido insumergible de verdad y estaría haciendo cruceros
todavía.
No
imagino qué le cuenta este señor a la oreja del líder de turno, que lo
convierte en inamovible e intocable.
Don
Mariano, hombre de ideas fijas, es capaz incluso de sacrificar a sus niñas,
pero al perenne perdedor de elecciones, lo mantiene contra viento y marea. Él
sabrá, aunque es posible que lo que busque sea perder las próximas elecciones
pero sin perder la compostura ni el moreno uva.
Los
demás, más de lo mismo. Una de las características de la clase política
española, es su carácter de eternidad. En este aperreado país, el que consigue
colocarse en la pomada política no necesita hacerse un plan de pensiones, lo
tiene garantizado por definición, además con jugosos emolumentos y prebendas.
Que me digan si no, qué currante o empresario de los de a pie, de los que no
beben en abrevaderos nacionales, autonómicos o municipales, es capaz de
retirarse con los chollos que estos lo hacen.
Y
por favor, que no me hablen de “la Casta”. Doña Manuela y otros colegas, ya han
demostrado que el pelo de casta luxury les crece desde el día siguiente de
haber sido elegidos. No se echa a nadie de los propios, ni aunque se demuestre
fehacientemente su implicación en la
muerte de Manolete.
Esta
es la razón de qué, visto lo visto, y tras conocer que en vez de arenas
movedizas seguimos teniendo arenas inmóviles, mejor lo dejo.
En
Málaga, que os voy a contar, siguen los elegidos en esas listas cerradas que
hay qque hay que votar a bulto y en
bloque.
Estoy
seguro que la gran revolución sería las
listas abiertas, entonces sí que desaparecerían muchas de esas caras eternas.
Hasta
mañana.
Pepeprado
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