Somos un país diferente.
En cualquier otro, para pasar a la posteridad hay que hacer algo muy, muy
gordo.
Aquí, esas cosas no
valen. Ni ser un gran científico, ni un benefactor de la humanidad, ni cosa
parecida. Hay que dar vacaciones.
Desde el principio
de esta etapa que se llama democracia, en la que presuntamente todos somos iguales
menos los que son diferentes porque son de la pomada política, han pasado
cientos de ministros, ministrillos y ministrables. Dicen que ahora hay, incluso,
no-ministros, algunos que no quieren serlo. De algunos podemos aun tener una
memoria cercana, por ejemplo es difícil olvidar al ministro señor Desatinos y
sus andaduras internacionales, o la chabacanadas corbateras y promesas del
señor Sebastián, aquel iluminado de don José Luis que iba a arreglar la
industria patria regalando bombillas chinas (yo aun espero la mía). Pero no,
estos, aunque ahora todavía se recuerden por su cercana inmediatez, lentamente
y gracias a los líos que organizan y seguirán organizando sus sucesores, serán
olvidados y los iremos relegando a un pudoroso olvido.
Sin embargo, hay una
excepción, un preclaro prócer, ministro incrustado de UCD en el gobierno
socialista del Divino Felipe, aunque bien pudiera ser ministro en la Grecia
actual sin descomponer la figura, que ha pasado a la posteridad y cuyo nombre
es aun adorado por centenares de esos que antes eran funcionarios y que
actualmente son más bien siervos de la gleba política, ya que los que “funcionan”
son los puestos a dedo, permanentemente agradecidos a este recordado ministro;
don Javier Moscoso del Prado y Muñoz.
Este señor, allá por
el 21 de Diciembre de 1983, hizo lo necesario
para pasar a la posteridad; dar días de vacaciones extras. Minucias tales como
que estas vacaciones eran para compensar ajustes de días en el año, o para equiparar
funciones, quedan en el olvido, lo impórtate es que ahora, “los moscosos”
siguen de plena actualidad.
Desde que empecé a oír
radios y teles esta mañana, solo se habla de la buena nueva: se han restaurado
e incluso incrementado los moscosos. Esta buena nueva es solo el principio de
los días de vino y rosas que nos van a traer hasta que haya unas elecciones
generales, a nosotros los esperados votantes,
Tras el abanderamiento
de don Pedro, había que hacer algo gordo, y que mejor que este milagro económico.
Ha sido tal el
impacto que tan fastuosa medida ha hecho sobre mi psique, que prácticamente no
me he parado a pensar en más noticiones, ni siquiera los lloros del señor Garzón
a los de Podemos para pedirla amparo, las promesas de ecuanimidad de doña Cristina
de Madrid, o las aventuras de los supervivientes de UPyD me han hecho mella.
Bueno, algo sí me
ha emocionado al ver que la vida sigue. El Ayuntamiento de Málaga le cede espacios
físicos a los de Ciudadanos, pero a los directores qué, como aquel rey inglés, ahora
son unos Sin Tierra, los mantiene cobrando, incluso a uno de ellos, le sube el
sueldo 6.000 euros dentro del plan de austeridad.
Menos mal; en Málaga
somos diferentes de los diferentes, es decir, diferentes al cuadrado… ¡toma ya!
Hasta mañana
Pepeprado
P.S.- Felicidades a los juanes/as, juanitos/as, y asimilados/as
(las barras son para que no se ofendan las feministas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario