Este viernes,
por primera vez, voy a dedicar este rato a algo personal.
Que el Rey
haya quitado el ducado a su hermana y a su cuñado, o que el Gobierno no contemple
la vacunación obligatoria y deje a todos los ciudadanos en peligro de contagio
de los retrógrados anti-vacunas, me queda lejos.
Más cerca
es que gracias a Ciudadanos, el señor De la Torre va
a continuar como alcalde… y algunas de sus concejalas también.
Voy a dedicarme, a algo que me cae más cercano, a esto; “El restaurante
MR1 cierra tras 10 años al perder el nuevo concurso
público”. Para quien no lo
haya leído, este es el enlace;
Ahí está, muy condensada la historia de un “apaño”. Como yo no soy
periodista de plantilla, por tanto no tengo director que me imponga línea
editorial, me puedo permitir decir la verdad y “ampliar” la noticia.
El
restaurante, arrendado al ayuntamiento y en manos de dos socios, uno de ellos,
mi hijo, desde hace 9 años, tenía la promesa de ampliación del contrato hasta ,
al menos, finales de verano, pero inopinadamente, (¿unas inoportunas elecciones?) se publica una convocatoria para
renovar el contrato.
Ya estas
prisas son raras, pues todo se ha acelerado para que estuviera terminado y determinado
antes de que se forme un nuevo equipo municipal,
pero lo más curioso, que es lo que los periodistas con líneas editoriales no
pueden decir, es que a esta convocatoria se presentan solo tres; los actuales
arrendatarios, un segundo que está para servir de relleno y que se retira a las
primeras de cambio, y… alguien cercano por amistad a la concejala del ramo, la del
departamento que tiene que decidir.
Curiosamente,
tras varias requisitorias de documentación, que los actuales arrendatarios sí habían
cumplido, antes de que se decidiera quién iba a continuar en la alcaldía, sale
la democrática decisión; todos los proyectos presentados, no sirven para nada,
solo vale la oferta dineraria.
La
empresaria beneficiaria de la adjudicación, qué, por cierto, nunca ha aparecido
en los concursos ni en los actos electivos, se niega a asumir empleados o inversiones,
con lo qué, además de los dos propietarios, quedan en la calle los tres
empleados que prestaban sus servicios. Cinco familias a la calle pero los
amigos felices.
A partir
de aquí, que cada cual saque sus conclusiones, aunque para mí, que tengo más
detalles, el asunto está claro; hay que tener contentos a los amigos.
Aclaro que
durante todos los años de arrendamiento previos, tragándose las vacas flacas,
los arrendatarios jamás fallaron en sus pagos, nunca incordiaron al
ayuntamiento, y como contrapartida, nunca recibieron nada de este, ni siquiera
el apoyo moral de alguna visita de cortesía. Siendo el restaurante cómo es, “oficialmente”
una extensión de servicios del MUPAM, jamás, este museo les dio la concesión de
ninguna cuchipanda o inauguración. Por el contrario han estado siempre
estrechamente “vigilados” por arquitectos y funcionarios municipales para que
no “alteraran” la imagen del monte, por ejemplo con un cartel que dijera que
aquello era un restaurante, vigilancia que estoy seguro a partir de ahora no va
a ocurrir.
Por eso, que
ahora algunos y algunas se quejen de votos perdidos, me suena chiste. Lo
siento, pero alguna vez hay que decir las verdades.
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