Nueva entrada

domingo, 7 de marzo de 2010

Reflexiones (de)nominativas

Es un lluvioso fin de semana, finde, que dicen los súper guáys. Por tanto momento de pararse a pensar, reflexionar y dejar a los zetapés y sus ZuPernenas y a los rajoyces y compañía, en sus particulares limbos mentales.

Como ya soy persona de mente amontonada, me voy a organizar para dos (sólo dos) reflexiones.

La primera, que marcará la continuación de este blog, se basa en un consejo de persona inteligente recibido ayer. Que te den un consejo bienintencionado es raro; que sea inteligente más; pero, que venga de uno de tus retoños hace que merezca la pena hacerle caso. Mi hijo Álvaro me dijo, que me paso de rosca escribiendo, que hago una especie de novela diaria que puede ser difícil de leer en el ordenador (un pestiño, vamos), y me recomendó un tamaño de más o menos la mitad. Cómo debe llevar razón, le voy a hacer caso, y a partir de ahora el castigo será menor.

La segunda reflexión me ha venido al pensar que me tengo que poner a hacer para mi amigo Pepe de los Ríos, la carta de convocatoria a nuestros colegas de la Generación del ±48 para la cuchipandesca cita de este año. Al echar un repaso mental a los futuros convocados, me han saltado a la cara los nombres; Antonios, Pepes, Juanes, Alfonsos, Pacos, etc., donde un Rosendo, un Bernardo o un Félix eran lo más infrecuente del momento. Automáticamente, lo he comparado con las listas de clase de hoy.

Una a la que he podido echar un ojo, y que juro por san Apapucio que es cierta, es de una clase en la que hay; Caraímas, Naímas Sarays, Johnatanes, Nereas, Yumaras etc... que junto con los Ivánes, Íkeres, Abrahanes y demás nombres similares o asimilados, son los de esta nueva generación. Seria interesante verle la cara a algún viejo maestro hibernado, que despertara en estos momentos. Se vería en otro mundo y le costaría trabajo reconocer a esta España.

De esta reflexión en particular, saco dos cosas; una duda y una conclusión positiva. La duda; ¿Qué pasa con los papás? ¿Es esto un ataque de modernismo pseudo progre? O es, simplemente, y aún respetando el derecho de cada uno a hacer lo que le salga del nápiro, una muestra más de ese ignorante camino empeñado en intentar demoler la historia de este país, destruyendo todas las tradiciones desde Viriato y compañía hasta llegar a este nuevo conglomerado al que ya ni está bien visto llamar nación, producto de este Santo Advenimiento actual. No lo sé. Lo que si me ha quedado claro es la parte positiva; hoy por hoy, llamarse Pepe o nombre semejante, es, aparte de una forma de mantener un resto de las escasas tradiciones supervivientes, una muestra de rara exquisitez.

¡La leche! Como podía imaginar o quién me iba a decir que llamarse Pepe, Paco o Manolo, iba a ser… ¡exótico!

Me estoy pasando de cantidad (y sigue lloviendo).

Hasta mañana.

Pepeprado

No hay comentarios:

Publicar un comentario